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Actualizado: 4 de junio de 2025


Nací contrahecho; vos me desembozásteis por los pies, ya os lo dije; ni eché memorial para venir al mundo, ni venido quejéme de los malos pies con que en él entraba; pero si Dios me dió piernas torcidas, dióme alma recta; si pies torpes, ingenio ágil; si cabeza grande, llenóla de grandes pensamientos; os estoy hablando completamente desembozado, y pienso desembozaros para con vos mismo, porque lleguéis á ver claro, que, vos como sois, y yo como Dios ha querido que sea, hemos nacido para ir por camino diferente; yo bien me á dónde vais á parar; yo pararé donde Dios sabe.

Lo mismo era aproximarse Osuna, que ya estaba la casta jamona sofocada, inquieta, un color se le iba y otro se le venía. Pero era tal la vergüenza que sentía, que no hubiera declarado a su mismo padre las insinuaciones del sucio contrahecho. ¡Qué diferencia entre este indecente y el sereno, majestuoso y romántico D. Juan Casanova!

Nada me parece tan digno de la religion como esa soberanía exclusiva acordada en el templo á la idea de Dios y al Evangelio, tan distante de la impiedad que esteriliza el alma, como de la idolatría miserable que la degrada, haciéndola caer en un paganismo contrahecho, que no tiene siquiera la poesía y la espontaneidad del paganismo griego y romano.

El implacable Quevedo continuó: Y dad gracias á Dios de que su sabia y misericordiosa providencia me haya traído á tiempo de impedir el gran crimen que había meditado Dorotea, y su contrahecho amante el bufón del rey. ¡Cómo! ¿aquel hombre era...? ; era ese amante feroz y bajo que tienen todas las aventureras: era su puñal. Me estáis revelando cosas horribles.

Se simulará, por unas horas, la frescura, el color; mas no las líneas, que es donde reside la verdadera belleza. La contextura orgánica de un rostro, la armazón ósea, no hay pintura que pueda trasformarla, como los dorados de un chapitel no reforman la arquitectura de un templo torcido o contrahecho. Me anticipo a reconocer la inutilidad del razonamiento en su aspecto fundamental estético.

Mas él, como viniese a comer y abriese el arca, vio el mal pesar, y sin dubda creyó ser ratones los que el daño habían hecho, porque estaba muy al propio contrahecho de como ellos lo suelen hacer. Miró todo el arcaz de un cabo a otro y viole ciertos agujeros por do sospechaba habían entrado. Llamóme, diciendo: "¡Lázaro! ¡Mira, mira qué persecución ha venido aquesta noche por nuestro pan!"

¡Oiga usted, grosero, sucio, cínico, desorejado! rugió D. Peregrín cogiendo por el cuello al contrahecho y sacudiéndole con rabia. Acto continuo le vuelvo a usted, y con estas botas gordas que usted ve aquí le doy a usted dos puntapiés en el trasero. El físico de D. Peregrín no era a propósito para infundir terror pánico en el corazón de sus enemigos.

Palabra del Dia

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