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Actualizado: 18 de mayo de 2025
El soldado no podía resistirse en tanto a la admiración que le movía aquella estancia y aquella riqueza; allá en su imaginación todo lo confería con las mejores y más ricas cosas del mundo que había contemplado, y para sí decía: "Estos moros denles agua, y os sacarán verdura de una peña; denles verdura, y os darán un jardín, y con jardines y su idea allí os levantarán una alhambra donde mismo se os antoje el pedirla.
A todas horas, en todas ocasiones he contemplado con indefinible placer esa ciudad que brota de las orillas de dos rios como una hija del agua del fondo de su lago, esa cadena de montes que á la vaga luz del crepúsculo parecen colosos sentados en el espacio para guardar la Vega, ese cielo diáfano y trasparente prendido en las cumbres de esos cerros como una estrellada colgadura de seda en las cúspides de las palmeras que constituyen la tienda de un califa.
Era un hermoso cuadro, retrato de Fernando VII, colgado allí treinta años antes, y que D. Felicísimo había contemplado desde su asiento muchas veces, recreándose en la perfección de la pintura y en la exactitud del parecido.
Sigámosles ahora por el Muelle. En la última rampa se embarcan en un bote que se dirige en seguida á la fragata que aún no ha contemplado Andrés más que de lejos, sin que por ello la haya perdido de vista un solo día desde su llegada á Santander; por consiguiente, no ha podido formarse todavía una idea exacta de lo que ella es.
Renacía en su memoria tal como la había contemplado en el dormitorio, con los ojos acuosos, agrandados por el dolor, y una perla pendiente de sus lagrimales, trágicamente bella, como las vírgenes que tienen sobre las rodillas el cuerpo del hijo crucificado... ¡Máter dolorosa! Pero una segunda persona que parecía hablar en el interior del príncipe con fría clarividencia protestó de esta imagen.
Volvía á ver con la imaginación el rostro tantas veces contemplado en las páginas ilustradas de los periódicos: unos bigotes de insolente alborotamiento; una boca con dentadura de lobo, que reía... reía como debieron reir los hombres de la época de las cavernas. Y el señor Desnoyers envidió esta cólera. Vida nueva
Yo me resigné a seguir su ejemplo, mas no sin despedirme antes con una mirada cariñosa del esplendente panorama de la vega, contemplado entonces por mí desde una altura digna de las águilas. Hecho el descenso de aquella parte del brocal muy fácilmente, no tardamos en subir la ladera del cerro que seguía a la primera hondonada.
Se trataba de mi vuelta a Madrid «por algún tiempo». Este viaje le conceptuaba yo de suma necesidad, no tanto por lo que tocaba a mis asuntos particulares, bastante descuidados desde que me hallaba en Tablanca, cuanto por ver el efecto que me hacía, contemplado desde lejos, el cuadro de mis nuevas ilusiones; estimar con exactitud la resistencia que quedaba a los vínculos que aún me unían a la vida pasada, y compararla con la de los que iban amarrándome a la nueva.
Un amanecer contemplado desde una de las alturas de Sungay es indescriptible. Las tintas que proyecta el sol naciente en las nubes y los cambiantes que se suceden en los horizontes de verdura, poseen una riqueza de luz y una fuerza de colores tan potente, que á ser posible trasladarlas al lienzo se creería el sueño de un artista.
¡Bueno, Melchor, adiós! Sólo nos queda agradecerte cuanto has hecho por nosotros le dijo Lorenzo, fija y fríamente contemplado por Melchor, y pedirte disculpas por lo que te hemos incomodado. Bueno, adiós, entonces, que les vaya bien. Por mi parte, Melchor, no sabría cómo pagarte algo de lo mucho que has hecho por mí. ¿Yo?... ¡Bah! A mí no me debes nada.
Palabra del Dia
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