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Actualizado: 27 de julio de 2025


Nadie hablaba allí del peligro que sólo ignoraba Quintanar. Muchas veces, cuando una tormenta como la de San Pedro descargaba sobre el Vivero, se quedaba allí toda la comitiva a pasar la noche. Ana se encontraba, sin buscarlo, pero sin esquivar las ocasiones, en contacto con Álvaro, apretada contra él en coches, palcos, bailes, bosques, muchas veces cada semana.

Había brindado con todas las bebidas del mundo, incluso con las fermentaciones diabólicas de los negros; se había rozado con hembras de todos los colores, pardas, bronceadas, verdes y rojas, y, sin embargo, después de una vida de aventuras, notábase en él la honrada simplicidad de esos marinos, ascetas de los horizontes inmensos que, al abordar los puertos cosmopolitas, sienten el contacto de todas las podredumbres, sin llegar á contaminarse con ellas, sacudiéndolas apenas vuelven al desierto del océano.

Aquel suave cuchicheo, la dormida luz de la lámpara que apenas los envolvía, el contacto frecuente con el brazo de su amado, iban hinchendo el seno de Cecilia de una emoción voluptuosa que la desasosegaba. No pudiendo resistirla levantóse dos o tres veces para besar con vehemencia a su madre.

De aquí nació aquella multitud de vagabundos, de muchachos maleantes que acostumbrados á viciosos hábitos, y en frecuente contacto con gente corrompida, crecían, se hacían hombres, terminando las más de las veces su existencia en la horca ó en las galeras del rey.

Primeramente me ofreciste remediar mi pobreza; ahora quieres devolverme á mi hijo... Se dejó arrastrar por una afectividad impulsiva. Lubimoff vió cómo se inclinaba su cabeza, y sintió inmediatamente el contacto de su boca en una mano. Dos besos ruidosos y una voz que gemía: «¡Gracias... graciasEl príncipe se puso de pie. Le era imposible tolerar este gesto humilde.

Las criaturas tienen casi siempre la desgracia de que las grandes cosas no pasen en su casa. Esta vez nuestra tía ¡casualmente nuestra tía! ¡enferma de viruela! Yo, chico feliz, contaba ya en mi orgullo la amistad de un agente de policía, y el contacto con un payaso que saltando las gradas había tomado asiento a mi lado.

Mi vida tenía un objeto, y yo sentía santificarse mis sentimientos y levantarse mi corazón al suave contacto de aquella pequeña existencia pendiente de la mía. Continuaba viendo a mi hermana contadas veces: mi cuñado me mostraba cada día mayor hostilidad; y yo, indiferente y orgulloso, no ponía jamás los pies en Rucanto.

Mucho contribuye á la educación moral é intelectual de un hombre hallarse en contacto diario con individuos de hábitos no parecidos á los suyos, que no tienen interés alguno en sus ideas y ocupaciones, y que nos fuerzan en cierto modo á salir de nosotros mismos, para poder penetrar en la esfera en que se mueven sus pensamientos y sus aptitudes.

Doña Ramona la ocupaba todos los días, dos horas antes de comer y tres antes de cenar. En su casa se comía a la antigua española. En esta salida, al cabo de veinticinco años de escondite, se puso doña Ramona, por primera vez en su vida, en contacto y roce con el mundo.

La imagen gentil y graciosa de Venturita, presente al recuerdo; el fuego de sus ojos que aun le relampagueaba por el alma; el dulce contacto voluptuoso de sus cabellos de oro; el demonio, en fin, le retenía. Gonzalo era un hombre sano de cuerpo, de músculos poderosos, rico de sangre, pero muy pobre de voluntad. Los diablos temen más a los temperamentos exhaustos que a los opulentos como el suyo.

Palabra del Dia

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