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Actualizado: 7 de junio de 2025


No digamos que le quería, según su concepto y definición del querer; pero le había tomado un cierto cariño como de hermana o hermano. No era ni podía ser el hombre por quien la mujer da su vida, encontrando espiritual goce en este sacrificio; era simplemente un ser cuya conservación y bienestar deseaba.

Ella la había defendido cuando las otras mujeres del gran mundo, cediendo al instinto de conservación, le hacían la guerra y le cerraban la entrada de sus casas, temiendo por la fidelidad de sus maridos. Como jugaba en Monte-Carlo todos los inviernos, había acompañado á la princesa hasta sus últimos instantes. Me quería más que mi madre... Tal vez se acordaba de que pude ser su hija.

Los bárbaros decían: «Nada de hijas ante los hijoslo que no es justo añadí con convicción. Eso es un detalle dijo el cura en tono doctoral. ¿Y qué pasó después de la conquista? Una cosa muy sencilla, señor cura. Los dueños del suelo, en plena y legítima posesión de sus bienes, no tuvieron más que un deseo, asegurar la conservación de esos bienes en toda su integridad a una descendencia única.

Pero en este momento de prueba definitiva «le faltó el corazón», como decían los aficionados. Clavaba las banderillas con aplomo, como un trabajador concienzudo y serio que cumple su deber; pero al entrar a matar, el instinto de conservación, más fuerte que su voluntad, le mantenía a gran distancia del toro, sin emplear las ventajas de su estatura y su fuerte brazo.

Otros, pensando en su dinero, gritaban contra este hombre que se dejaba arrastrar del instinto de conservación, defraudándolos en su placer. ¡Un robo! Gentes soeces insultaban al espada con palabras de duda sobre su sexo. El odio hacía emerger y flotar, al través de muchos años de admiración, ciertos recuerdos de la infancia del torero olvidados hasta de él mismo.

El hombre se ha creído que eres un prodigio de conservación, ja, ja... que has hecho un milagro, pues milagro sería, en plena vida de Madrid y en la clase de servicio doméstico, una virginidad de sesenta años... Puedes plantarte en los cincuenta y cinco, si así te conviene... Pero si le engañas en la edad, que esta es superchería muy corriente en nuestro sexo, no andes con bromas en lo que es de ley moral, Nina; eso no.

Entre tanto, las medidas mas eficaces que creo deber señalar, para la conservacion y regular beneficiacion de este ramo importante de las entradas del erario, son las siguientes.

, señor; eso ha escrito. Al través de su locura un rayo de razón penetró en el pensamiento de Montiño, ó más bien un instinto de conservación. Aguantóse, dejó las cosas como los hombres y la justicia de los hombres las habían puesto; pero en medio de su locura, su conciencia, más poderosa que ella, le acusaba de aquella muerte.

La necesidad específica del entendimiento es la explicación, como la necesidad específica del estómago es el alimento. El hambre y la curiosidad son, pues, los dos factores primitivos y fundamentales del ser humano: el uno para asegurar el crecimiento físico, el otro para asegurar el crecimiento mental, igualmente necesario para la conservación del individuo y de la especie.

En la formacion de aquellas no podian mediar las grandes dificultades, riesgos y trabajos, que en los de estos, por estar en el centro de España, y no carecer de cuanto necesita el hombre para la conservacion de su vida y desahogo del ánimo en la sociedad racional. Muy al contrario eran las proporciones de estos establecimientos.

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