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Actualizado: 1 de junio de 2025
Cuando pasaba silenciosa, fingían no verla, lo mismo que el obscuro viandante parecía no enterarse de la existencia de la alquería y de las personas sentadas bajo el porche. Era costumbre antiquísima en Ibiza no saludarse en campo raso apenas cerraba la noche. En los caminos se cruzaban las sombras sin una palabra, evitando el encuentro para no rozarse ni conocerse.
Creía ella que los curas de mucho saber y virtud debían de conocerse en el poco uso que hacían del agua y jabón, y también en que su alimento no podía ser sino yerbas cocidas y sin sal.
De esta suerte, sin que ninguno de entrambos lo buscara, llegaron a conocerse y tratarse Félix Aldea y Josefina de Algalia.
Los periódicos publicaron extensos suplementos que se vendían a gritos por las calles, y entonces comenzaron a conocerse y comentarse algunos pormenores del crimen. Constaba entre ellos la declaración del centinela del ministerio de la Guerra; según este, vio pasar a la una de la madrugada, a través de la verja de Recoletos, a un hombre y una mujer que venían muy de prisa de la Castellana.
Por el contrario, en el estrecho Blockhaus que podía ser su tumba, en el roce diario de la vida común, que hace resquebrajarse tan pronto el barniz mundano que oculta tantas macas y a veces tan preciosas cualidades, habían aprendido a conocerse, a estimarse... y quizá no se habían quedado en eso.
Aquel hombre que le había desafiado, insultándole impunemente mientras le tenía metido en su barraca como una gallina; su mujer que por primera vez le imponía su voluntad, quitándole la escopeta; su falta de valor para colocarse frente á la víctima cargada de razón: todo eran motivos para que se sintiese confuso y atolondrado. Ya no era el Pimentó de otros tiempos; empezaba á conocerse.
Luego, la creación de un elemento militar, cuyos males están aún sin conocerse por Chile, el desenvolvimiento de una inmensa burocracia por las necesidades de la ocupación, los gastos enormes que ésta importa, la corrupción, que es una consecuencia fatal de tales situaciones, el decaimiento del comercio, son razones más que suficientes para preocupar a los chilenos que aman a su país y miran al porvenir.
Qué vida, ¿eh, amigo Ojeda?... La comida a sus horas, a toque de trompeta; la mesa puesta cuatro veces al día; un ejército de camareros y doncellas, la mayor parte de los cuales me entienden con dificultad, lo que es una ventaja para prolongar la conversación y conocerse mejor.
Si fuese inteligible inmediatamente, ¿por qué no se conoce á sí mismo? ¿qué condicion le falta? ¿Acaso la presencia íntima? tiene no solo la presencia sino la identidad. ¿Por ventura el esfuerzo para conocerse? la mayor parte de la filosofía no tiene otro fin que este conocimiento.
Cuando van dos colegas juntos, nunca caminan a la par. Uno va delante y el otro un poco atrás, y si son tomados afectan no conocerse. Un día iban dos pillos de estos por una calle: el sargento Gómez conocía a uno y no al otro, y, como a pesar de su seriedad guaraní, era chacotón y alegre, atajó al que no conocía y le dijo: ¿En qué trabaja usted? ¡Soy marmolero, señor!
Palabra del Dia
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