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Actualizado: 22 de junio de 2025


Apenas se dio cuenta de que confundía unas palabras con otras y de que se embarullaba un poco al hablar de la completa mejoría de Bringas. ¡Y qué bueno estaba Pez! Parecía que se había quitado diez años más de encima, y que se hallaba en la plenitud de los tiempos pisciformes.

Al punto comprendimos que el interior del pueblo se defendía heroicamente y que el plan de los franceses consistía en apoderarse de los extremos, incendiando todas las casas que no pudiera ocupar. De vez en cuando, un estruendo espantoso indicaba que alguno de los endebles edificios de adobes había venido al suelo, y el polvo se confundía en los aires con el humo.

La idea de estar cerca de ella le confundía de tal suerte, que más de una vez se le cayó la espuerta de la mano, derramándose en la escalera. Pero de ningún modo podía saciar la ardiente sed de sus ojos, que anhelaban ver á la hermosa dama. Sintió lejanos chillidos de niños juguetones; pero nada más. La gran señora por ninguna parte aparecía.

Si no puede estimarse del mismo modo la práctica de sacar partido de los secretos de Estado, no por ello debe juzgársele con demasiada severidad, porque el sentimiento harto complejo que definimos por la palabra patriotismo, no había nacido en el siglo XVI. No solamente el suelo, la raza, la nacionalidad, el medio, no representaban en aquella época lo que hoy representan, sino que el afecto á la patria se confundía entonces y aun se resumía en muchos conceptos, en el de la persona del soberano.

La de que la madre del toro no sabe rezar. Traga-santos era hombre que se confundía y embrollaba cuando para entender las cosas necesitaba cavilar un poco. Así fué que se hizo un ovillo cuando se puso á cavilar para entender lo que el señor Cura Párroco le había querido decir con aquel cuento.

Por el fúnebre colorido del cuadro, por la lentitud en su desarrollo, por el exceso mismo de la atención con que yo le seguía, la visión de la muerte con todo su cortejo de tristezas se enseñoreó de de tal arte, que más que sentirla y estimarla en la región de las ideas, me parecía olerla y paladearla; confundía ya las sensaciones morales con los quebrantos del organismo, y el color y las figuras y los sonidos del triste cuadro caían a golpes sobre mi cerebro y me le contundían y fatigaban.

Un hombre corpulento, de unos cincuenta y cinco años, robusto y rosado, lleno de salud y de vida, con una fisonomía admirablemente honrada, una risa franca y llena de benevolencia, una mirada cordial, y una conversacion en que se confundia la sencillez del lenguaje con el aticísmo del estilo y la solidez de las observaciones.

Y el invitado se confundía al verlo sobre la mesa, creyendo que esta ave, nutrida con alfalfa, era un corderillo asado. La abundancia que rodeaba al tal español le permitía ser tolerante con la miseria ajena y perdonar el robo. No podía transigir con Manos Duras y otros aficionados al cuatrerismo, porque se llevaban los animales enteros.

No faltaba señora que confundía a los cantantes con los prestidigitadores que en el mismo Casino había visto maniobrar, y no quería que le quemasen el pañuelo, ni aun en broma, ni que le adivinasen la carta que tenía en el pensamiento. Emma no había visto nunca tan de cerca a la Gorgheggi, en la que pensaba tanto de algún tiempo a aquella parte.

Seguían pasando en dirección opuesta los trenes militares. En la estación de Burdeos, la muchedumbre civil, pugnando por salir ó por asaltar nuevos vagones, se confundía con las tropas. Sonaban incesantemente las trompetas para reunir á los soldados. Muchos eran hombres de color, tiradores indígenas con amplios calzones grises y un gorro rojo sobre el rostro negro ó bronceado.

Palabra del Dia

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