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Actualizado: 13 de julio de 2025
La verdad desnuda... que estoy horrible, espantosa, que puedo inspirar lástima; pero que el amor y el mundo se han acabado para mí: que le devuelvo su palabra... y que sea tan feliz como merece. Ya ves añadió es hombre, y por grande que sea su amor, ¿qué pasión resiste a esta prueba? Hasta me complazco en creer que sufrirá. ¡Ya ves si soy egoísta!
Santa Teresa vivió muchos años sin encontrar quien pudiera guiarla como ella quería; yo, más débil, recibí más pronto amparo de Dios por mano de quien quisiera llamar mi padre y prefiere que no le llame si no hermano mío; sí, hermano mío, hermano muy querido, me complazco en llamárselo, aquí, ahora, segura del secreto, sin oídos profanos que entenderían las palabras con la impureza ruin que ellos llevarán dentro de sí, feliz yo mil veces que a la primera ocasión en que tuve idea de ser buena, hallé quien me ayudara a serlo. ¡Y cuánto tiempo tardé en entenderle del todo!
Me complazco en recordar todos los detalles ocurridos durante aquella semana del mes de octubre, porque a ellos debo mi felicidad. Doy gracias a Dios por haberme conducido otra vez a Mâcón, donde en compañía de mi marido y de mis hijos soy feliz y afortunada. El día 7 de octubre y los siguientes no tienen interés. 11 de octubre.
Por eso me complazco en celebrarla, envío a su autor mi más cordial enhorabuena, y le excito, hasta donde mi aprobación y mis alabanzas alcancen, a que siga escribiendo narraciones con el acierto que puede esperarse del que ya en Los cuatro ochavos se advierte y celebra. Sobre la CUESTIÓN DE AMBIENTE Al Sr. D. Antonio de Hoyos.
Su andar, sus gestos, las posiciones que toma y los movimientos que hace, todo está magistralmente estudiado y ejecutado con inspiración y destreza. En suma, para elogiar a Sarah Bernard, yo me conformo, o más bien me complazco, en ser eco del Sr. Gener o de quien más la elogie.
Me inclino, sin embargo, a creer que en mi historia, si hay alguna ficción, hay también mucho de verdad en que la ficción se funda: el grave testimonio de mi querido y erudito amigo D. Aureliano Fernández-Guerra, a quien oí referir no pequeña parte de los sucesos cuya narración me complazco en dedicar ahora a su inolvidable espíritu.
Si es verdad lo que se refiere de D. Enrique de Villena, yo me complazco en esperar que no salga jamás de la redoma a vivir segunda vida para incurrir en las mismas necedades que hizo en la primera.
Entonces pide usted las llaves a las niñas, y abre usted. Ahora, a otro punto. No quiero retribuir el trabajo de usted como a los demás, de una manera eventual, a lo que caiga. Así lo hice con otros; pero con usted será otra cosa. Le estimo a usted, y a su familia, y me complazco en proteger a los jóvenes listos y de porvenir, por lo cual he decidido señalar a usted un sueldo fijo.
Pero dejando a un lado los cimientos, cuya importancia me complazco en reconocer y acerca de los que no será esta la última palabra que diga, y volviendo a la antigua biblioteca donde el gobierno de Su Majestad distribuye la ciencia por el sistema dosimétrico, esto es, en pequeñas dosis y repetidas, diré primeramente que tiene un portal muy análogo a una bodega, donde los sabios de mañana aguardan, tiritando y dando estériles patadas contra las losas para calentarse los pies, a que les abran la puerta.
28 Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos, no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por causa de la conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. Pues ¿por qué ha de ser juzgada mi libertad por otra conciencia? 33 como también yo en todas las cosas complazco a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.
Palabra del Dia
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