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Ya comprenderá usted que no me dieron este asilo sin motivo, y que mi madre se complacía pensando que yo crecería bajo los ojos de un padre atento, a todas mis necesidades.

Desde entonces pasaba horas y horas acicalando la espada en sus menores intersticios; y se complacía en sacarla a la luz para hacer correr una llama de sol a lo largo de la hoja, en empuñarla y blandirla con fuerza, en hacerla resoplar en el viento.

Los volátiles engordaban luego que era un contento y yo me complacía en comerlos; pero el espectáculo previo, causa de la gordura, me afligía bastante. Todavía al pensar en aquello, suelo exclamar con el poeta: Labitur ex oculis nunc quoque gutta meis.

Y a fin de que no se le inficionase también el alma pura y superior de la amiga y ministra que había encontrado y que era su regalo y consuelo, quería doña Inés que Juanita fuese monja, o sea, transplantar la flor del campo abierto y sin defensa al huerto cerrado y defendido; pero como al propio tiempo se complacía y deleitaba con tener a Juanita cerca de , vacilaba aún y retardaba el día en, que pensaba obligar a Juanita a retirarse al claustro.

Dos meses después, el P. Gil descansaba sentado en su pobre sillón de gutapercha. El trabajo de todos aquellos días, sobre todo del último, le había rendido. Era un trabajo puramente material, donde su espíritu, atribulado por nefandos y horribles pensamientos, se complacía; buscaba un calmante para la agitación interior que le atormentaba.

Conocía muy bien a Castro Pérez; se complacía en hacerle rabiar, y cuando éste iba poniéndose mohino le calmaba con un chiste o con una frase halagadora. Los primeros días me le encontraba yo en la esquina, y pasaba sin saludarme; después solía decirme, entre afable y sereno: «¡Adiós, jovenMás tarde, cuando conversé con él en el despacho, se mostró conmigo cariñoso y sincero.

Siempre agria e intolerante conmigo hasta que dejé la casa paterna, hoy, acaso fuera por los sufrimientos de la enfermedad, se mostraba dulce, afable, tierna. Se afanaba en mimarme, se complacía en satisfacer el menor de mis caprichos, y no sabía qué inventar para tenerme contento. No, hijito; decía, nosotras hemos sido contigo lo que debíamos ser: hemos hecho las veces de madre.

La severa doña Mencía advirtió entretanto que atormentaba a veces su alma cierto arrepentimiento de haber empleado con el rapaz severidad sobrada. Allá a sus solas pensaba en él casi de continuo, y se complacía en saber lo mucho que su reprimenda había valido, y cuán juiciosamente se conducía el mozo.

Era en realidad sorprendente la vasta variedad de formas en que se complacía su inteligencia, sin orden ni concierto, siempre en un estado de actividad sobrenatural, sucediéndose unas á otras como las emanaciones y despliegues caprichosos de la aurora boreal.

En aquella época, bueno será que le advierta, que me complacía en andar muy lechuguino o sietemesino, como ustedes dicen ahora, cosa que tenía siempre escamada a mi pobre mujer. ¿Para qué te compones tanto, hombre de Dios? ¿Vas de conquista? ¡Quién sabe! contestaba riendo y dejándola un poco enojada. No es malo tener a las mujeres un si es no es celosas.