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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Después supe que se había portado heroicamente en el combate, sin que por esto alcanzara las simpatías de sus compañeros, quienes, reputándole como el más bellaco de los hombres, no tuvieron para él una palabra de afecto o conmiseración, ni aun en el momento supremo en que toda falta se perdona, porque se supone al criminal dando cuenta de sus actos ante Dios.

Yo, para no perder ningún pormenor de esta última etapa del combate, puse mi caballo al galope y corrí con los rurales, que al grito de ¡Al machete! barrían á los últimos alzados.

El peligro inminente reavivó las energías de los defensores de la trinchera, y el combate comenzó de nuevo más furioso, más desesperado que la primera vez.

Por los llanos inmensos de la pampa Vaga Castelli triste y silencioso, Y en su semblante pálido y ansioso Está grabado el sello del dolor: Fiel adalid de un pueblo generoso Cayó con él en medio del combate, Mas la derrota que al cobarde abate No ha destemplado el varonil valor.

Envuelto por el humo del combate Su canto fué de paz y bendicion, Y de la lucha entre el feral embate Puro permaneció su corazon. El genio le ciñó con sus espinas, Su herencia fué una lágrima de hiel, Pero de sus creaciones peregrinas, Brotan torrentes de armonía y miel.

En cambio Roger tenía que confiar por completo en su propia destreza; el arma que empuñaba, aunque del mejor temple, era delgada y de sencilla empuñadura; una espada de corte más que de combate.

El capitán era el jefe del combate, el hombre de espada, el primero de todos en presencia de una nave hostil o de una costa abordable; pero en pleno mar obedecía, lo mismo que los demás, al grave piloto, agorero personaje que examinaba el color de las aguas, el vuelo de las gaviotas, la intensidad de los vientos, los tintes del alba y las nubes sangrientas de la puesta del sol.

Cubre la noche el campo, cesa el combate: el cadáver de D. Pedro, colocado en una mula enlutada, pasa por Baena con direccion á Córdoba en medio de su escuadron que le tributa lágrimas y lamentos. El cadáver de D. Juan quedó en poder de los infieles; pero el rey de Granada lo envió á su hijo con acompañamiento de luces y lutos, y fué llevado á enterrar á Burgos.

Los hombres de voluntad mas firme no suelen serlo para las cosas pequeñas; las miran con lástima, no las consideran dignas de un combate. Así en el trato comun son condescendientes, flexibles, desisten con facilidad; se prestan á lo que se quiere.

¡Por lo pronto, contestó el barón de Morel arrancándose el parche que por tanto tiempo cubriera su ojo izquierdo, creo haber cumplido mi voto dando muerte en leal combate á uno de los más pujantes y famosos caballeros enemigos! Y ahora ¡á morir matando! Lo mismo digo, asintió tranquilamente Oliver de Butrón, enarbolando pesada maza.

Palabra del Dia

bagani

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