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Actualizado: 20 de junio de 2025


Como todos los que lo son, receló que, si abusaba de la ventaja de reanudar aquellas relaciones amistosas después de tanto tiempo, prolongando mucho el coloquio, no era difícil que en el alma de Rafaela se desbaratase o se disipase el hechizo de la novedad y que el gusto se convirtiese en enfado.

En la embajada indicó Valiente rieron mucho cuando les conté lo ocurrido, y dijeron: «Cosas de lord Gray». Yo he afirmado siempre dijo Ostolaza con petulancia que la alianza con los ingleses sería a España muy funesta. Yo corté de súbito el coloquio, diciendo: Traigo noticias de lord Gray.

El último coloquio con su amiga, el más apasionado, el más íntimo, aquel coloquio después del cual había esperado con nuevo fervor, era para él la prueba de más peso contra los asesinos. ¿Podía pensar jamás en la muerte de la mujer que lo había dejado hablar de un porvenir mejor?

Ostolaza, Teneyro y D. Paco estaban muy metidos en lenguas disertando sobre los grandes males de la educación a la moderna, y forzosamente me enredaron en su coloquio, teniendo ocasión de lucir mi intolerancia, y un poco de cierta erudicioncilla trasnochada que yo tenía para el caso.

Llegados al portal y al secretario regio, halláronle en animado coloquio con un joven y elegante caballero, muy deseoso al parecer de conseguir entrada en la abadía. ¿Os llamáis Marvel? decía Roldán de Parington. Pues me parece que no habéis sido presentado aún. Así es, contestó el otro.

Clara le amaba, y á su despecho, contra su voluntad, había declarado su amor; pero sólo con los ojos, por donde se le iba el alma en busca del bizarro y gracioso estudiante, sin que todos sus escrúpulos religiosos v filiales fuesen bastante poderosos para detenerla. Don Fadrique pudo convencerse, en el largo coloquio que tuvo con D. Carlos, de que su pasión por Clara era verdadera y profunda.

Capítulo XIII. Donde se prosigue la aventura del Caballero del Bosque, con el discreto, nuevo y suave coloquio que pasó entre los dos escuderos

No supo replicar nada oportuno, ni siquiera lanzar una exclamación de censura. Llevóse la taza a la boca para encubrir la turbación, y Sabel, creyendo terminado el coloquio, se retiraba despacio, cuando el capellán le dirigió una pregunta más. ¿El señor marqués anda ya levantado? , señor.... Debe estar por la huerta o por los alpendres.

Y muchas veces; y aun agora la tengo. ¡Sácame deste peligro, que no anda todo limpio! Capítulo XLIX. Donde se trata del discreto coloquio que Sancho Panza tuvo con su señor don Quijote ¡Ah -dijo Sancho-; cogido le tengo! Esto es lo que yo deseaba saber, como al alma y como a la vida.

Vuestra merced me perdone y se duela de mi mocedad, y advierta que poco, y que si hablo mucho, más procede de enfermedad que de malicia; mas, quien yerra y se enmienda, a Dios se encomienda. -Maravillárame yo, Sancho, si no mezclaras algún refrancico en tu coloquio.

Palabra del Dia

vorsado

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