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Actualizado: 11 de junio de 2025


Antes de pasar el Manzanares, oyó hacia aquellos collados y la pradera interpuesta entre el río y ellos, confuso, interminable y atronador murmullo de la muchedumbre, y dijo, lleno de piadosa emoción: ¡Ah, qué bien comprende el gran pueblo madrileño la incomparable dicha que goza de ser Madrid cuna de San Isidro, y sus campos teatro de los milagros del santo labrador! ¡He ahí á ese piadoso y gran pueblo orando en alta voz para glorificar al Santo y pedirle el remedio y el consuelo de los males de la patria!

Avanzaban por la planicie que se extiende entre el hospital del Niño Jesús y los collados áridos que rodean el barranco. Allí no hay casas todavía, es decir, no hay miseria. ¿Quién diréis que salió a recibirlos? Pues un pavo que habitaba en muladar próximo, y que todas las mañanas se paseaba solo por el llano, con la gravedad enfática que tanta semejanza le da con ciertos personajes.

Pablillos sentía en su sangre hervor de vida, escozor de danza, cerril impulso de zapatear la tierra y lanzar a los vientos largos cantares agudos que rebotasen en los collados. La primavera prestaba a los trigales undoso brillo de sedas; ¡verde y plateada casulla sobre el buriel de los terruños!

23 Ciertamente vanidad [son] los collados, la multitud de los montes; ciertamente en el SE

7 Y pondré al monte de Seir en asolamiento y en soledad, y cortaré de él pasante y volviente. 8 Y llenaré sus montes de sus muertos; en tus collados, y en tus valles, y en todos tus arroyos, caerán muertos a cuchillo. 9 [Yo] te pondré en asolamientos perpetuos, y tus ciudades nunca más se restaurarán; y sabréis que yo [soy] el SE

Estos, animándoles á la confianza en Dios, les mandaron que luego hiciesen muchas cruces de madera, las cuales hicieron poner en sus casas, en las plazas, en las calles y en los collados, adorándolas humildemente los bárbaros. Al ver el infierno señal tan saludable desistió de perseguirlos, y en adelante depusieron los indios todo miedo sin experimentar al menor peligro.

Por fin abrió el balcón y salió a una pequeña terraza, recostándose de bruces sobre el antepecho de mármol. La noche era caliente y poblada de estrellas. El paisaje severo, erizado, dormía bajo su dosel alargando la sombra inmensa de sus collados. Reynoso abría los ojos sin ver, tendía los oídos sin oír, no viendo ni oyendo más que los latidos de su corazón desgarrado.

23 Mis labios se alegrarán cuando cantare alabanzas a ti; y mi alma, a la cual redimiste. 24 Asimismo mi lengua hablará también de tu justicia cada día; por cuanto fueron avergonzados, porque fueron confundidos los que mi mal procuraban. 1 Para Salomón. Oh Dios, da tus juicios al rey, y tu justicia al hijo del rey. 3 Los montes llevarán paz al pueblo, y los collados, por justicia.

Allí tomamos un tren del ferrocarril que conduce á San-Gall, y una hora despues llegábamos á la bellísima capital del Canton, al traves de risueños paisajes, huertos y jardines, por en medio de los cuales gira el ferrocarril en plano inclinado y ascendente, hasta cortar la ciudad misma bajo la sombra de graciosos collados y hermosas y alegres arboledas.

Allí cerca se mueve alguna gente: óyense, soplando el viento de mediodia, algunos martillazos que dobla el eco de los vecinos collados, y á poco aparecen clavados tambien otros dos cuerpos horriblemente mutilados.

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