Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de mayo de 2025


Ambos marchaban despacio, porque la cojera del Rey exigía un lento y cauteloso modo de sentar los pies. Cristina hablaba poco de negocios políticos, y hacía pronósticos alegres sobre la salud de su marido. La gota, según ella decía, iba cediendo, y era de esperar que en el próximo invierno no hubiese ataques fuertes.

Pero todo lo doy por bien empleado porque al cabo logré ver á la gracia de Dios. Vaya, vaya, déjeme usted en paz que tengo prisa. Pero no se movía. Plantada en medio de la plazoleta, con el cuerpo entornado por la cojera tanto como por el peso de la vasija, estirado el cuello rugoso y la oscura boca abierta para sonreir, parecía aquella mujer un endriago.

Aquella mañana había recibido una cartita de un teniente de la Guardia Civil que decía: «Mi querido Capellan: Acabo de recibir del comandante un telegrama que dice: español escondido casa Padre Florentino cojera remitira vivo muerto. Como el telegrama es bastante espresivo, prevéngale al amigo para que no esté allí cuando le vaya á prender á las ocho de la noche. Suyo afmo. Perez.

El traje no era de gala, y distaba mucho de lo profano, pues del zapato hasta la rodilla no había más adorno que una pierna viva, que si bien tostada por el aire, daba lástima, por sus formas y su vigor, que adoleciese el amo de aquel achaque de la cojera.

Un día, para correr mejor, se había puesto en cuatro patas: era una exhalación. ¿Cómo? preguntaba don Mateo asombrado, ¿en cuatro patas? Lo que usted oye. Sanjurjo se reía a carcajadas, afirmando que había aprendido a correr así de niño, cuando su cojera era más pronunciada y no podía competir con los compañeros.

Cada vez que en mis largos viajes de ferrocarril, cuando después de veinte o treinta horas de inmovilidad, no se tiene ya postura, entra en mi espíritu aquel mal humor que todos conocen, no tengo más que acordarme de la mula... para sentirme fresco, alegre y dispuesto. La que yo llevaba en ese momento era detestable, reacia, lerda, con una cojera endemoniada.

En su primera mocedad, y, a pesar de su cojera, había gozado de mejor salud relativa, y había podido pasar largas temporadas en Viena, asistiendo a las aulas y dedicándose al estudio. Empeoró después su salud y se encerró tan obstinadamente en el castillo, que nunca salía de él y acompañaba siempre a su madre.

Don Tiburcio no se dejó convencer; cojera era su propia cojera, sus señas personales; eran intrigas de Victorina que le quería tener á toda costa vivo ó muerto, como desde Manila había escrito Isagani. Y el pobre Ulises dejó la casa del sacerdote para esconderse en la cabaña de un leñador. Ninguna duda abrigaba el P. Florentino de que el español buscado era el joyero Simoun.

Palabra del Dia

cambios

Otros Mirando