Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 9 de junio de 2025
La capa de mendigo EN los viejos tiempos católicos y caballerescos, el mendigo era hermano del mismo rey. Tenía una altivez hidalga, y llevaba al cinto el bote de la guiropa, y arrastraba su tabardo harapiento con el orgullo de un manto real. Buscad vuestros pobres en otra parte, que yo no puedo volver hubo de decirle un mangante a un caballero que no halló a mano una moneda que darle.
23 Y harás en el pectoral dos anillos de oro, los cuales pondrás a los dos extremos del pectoral. 24 Y pondrás las dos trenzas de oro en los dos anillos a los dos extremos del pectoral; 27 Harás asimismo dos anillos de oro, los cuales pondrás a los dos lados del efod abajo en la parte delantera, delante de su juntura sobre el cinto del efod.
El caballero hospitalario, que venía delante de nosotros, cayó muerto allá arriba de un hachazo en el cráneo. La servidumbre y la guarnición han sido pasadas á cuchillo. Somos los únicos que han escapado con vida hasta ahora. En mi opinión el único recurso es refugiarnos en la torre, cuyas llaves véis allí, pendientes del cinto de mi infortunado señor.
Arrodillándome sobre el reborde, adelanté el cuerpo por debajo del tubo hasta poner mi rostro a media vara del suyo. Era Máximo Holf, un hombrachón, hermano de Juan. Deslicé la mano hasta el cinto y saqué el puñal. El recuerdo de aquel momento es el que más me remuerde en mi vida, y no quiero ni pensar si fue aquél un acto varonil o una traición.
Bajo la capa, y colgada del cinto, llevaba también una rodela toledana. Sentíase grande y temible como los héroes de las caballerescas historias. Bajó hacia el arrabal. Era una noche diáfana de plenilunio. Oíase la extensa estridulación de los grillos en el valle y el croar numeroso de las ranas y los sapos hacia el Adaja. Uno que otro animal, invisible en la sombra, hacía latir su cencerro.
11 Porque como el cinto se junta a los lomos del hombre, así hice juntar a mí toda la Casa de Israel y toda la Casa de Judá, dice el SE
Corrió Rojas, pero antes de llegar al sitio de la caída, vió cómo el gaucho se incorporaba, sacando un segundo revólver del cinto, sin dejar de oprimir con el otro brazo á Celinda. Así esperó, con aire amenazante, que se aproximase su perseguidor.
Debía ser la difunta Correa, que, apiadada de su inmovilidad, había abandonado la tumba para tomarle el dinero del cinto. Tal vez venía con ella la «Viuda del farolito». Escuchó también cierto ruido de dilatación, semejante al bostezo de un hambre larga y fiera.
Le gustaba pasear por las naves, detrás del altar mayor, el sitio más obscuro y silencioso del templo. Allí dormía gran parte de la historia de España. Tras la cerrada puerta de la capilla de los Reyes, guardada por dos heraldos de piedra puestos en jarras, estaban los monarcas de Castilla en sus tumbas coronadas por estatuas de armadura de oro haciendo oración con la espada al cinto.
El moro se inclinó un momento, poniéndole la mano sobre el hombro. Cuando levantó la cabeza, sus ojos húmedos relucían en la penumbra. Entonces, desprendiendo de su cinto el precioso puñal, pidiole a Ramiro que lo aceptara como recuerdo suyo. Saltó luego la ventana. Un hombre le esperaba abajo en la dehesa con un caballo enjaezado. Ramiro le había visto montar y alejarse.
Palabra del Dia
Otros Mirando