Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 9 de junio de 2025


Me parecían muy bien, sólo que todos ellos se fundaban en una misma base: la serenidad y el buen pulso. ¡Como si estas pequeñeces se llevaran, en lances tan peliagudos, en el morral de las provisiones o en el cinto de la cartuchera! Acordábame yo entonces, de algo semejante que había visto en una piececita francesa muy graciosa.

Entrar en las aldeas a caballo, la boina sobre los ojos, el sable al cinto, mientras las campanas tocan en la iglesia.

Fué á sacarlos de su cinto para que los viese la difunta, depositándolos después bajo la piedra, en el mismo lugar donde dejó su recibo, pero sus manos le habían abandonado.

Había oído muchos tiros y visto caer algunos cadáveres. Por tradiciones de familia se mezclaba allá en su provincia en las cosas de la política. Cada elección era una batalla. Los peones iban a votar en cuadrilla detrás de él con el revólver o el cuchillo al cinto. Insultaban los del gobierno: intervenía la policía en favor de éstos; descarga general de una parte y de otra; muertos que se desplomaban sobre la urna de la elección, balazos curados secretamente en un rancho apartado, sin intervención de médicos y de jueces... ¡y hasta la otra!...

El Guadalquivir te traía aun en alas de sus ligeros buques los frutos de la feraz Sevilla; las opulentas regiones del Tarteso te regalaban aun el oro de sus fecundas minas. Una nacion entera estaba humillada á tus plantas y obedecia al menor de tus caprichos. Oía tu grito de guerra, y se lanzaba como un leon á la pelea; ordenabas la paz, y volvia al cinto su formidable espada.

En su romanticismo de princesa nerviosa deseaba imitar a las heroínas de la Vendée, y montando un pequeño caballo, el revólver al cinto y la boina blanca sobre la trenza flotante, se puso a la cabeza de aquellas tribus armadas que resucitaban en el centro de la Península la vida y las luchas de los tiempos casi prehistóricos.

Llevaba gorra pellejera, larga chaqueta azamarrada con grasientos alamares negros, pantalón de pana y botas blancas de montar, con recias espuelas de hierro; pendiente del cinto un sable, y entre los pliegues de la faja morada y burda asomaba la culatilla de un revolver de reglamento.

Perfectamente armados y protegidos con sus cascos de acero, cota de malla recubierta por el coleto blanco con la cruz roja de San Jorge en el pecho, el largo arco á la espalda y la maza ó el hacha de combate colgada del cinto, sentíase el barón capaz de grandes empresas al frente de aquellos hombres denodados.

En último término gente conocida, cuya presencia me podía conmover... Para hacerme recordar que yo había sido un simple pianista, aquí me aguardaban, batuta en mano, los directores de los conciertos y de la ópera; los profesores de la orquesta con sus instrumentos; los cantantes espada al cinto ó arrastrando colas femeniles, todos pintados y con peluca; las muchachas del cuerpo de baile con piernas de fresa pálida y gasas horizontales en el talle... Estaban prontos á gemir, previamente aleccionados por la empresa.

Al ponérselo ¡cómo se reía el buen cura!... Salvador le regaló un cinto con dos pistolas que no necesitaba. Cuando se vio con tales arreos el capellán, a quien ya no conocería ni la Iglesia su madre ni la madre que le parió, soltó tan gran carcajada, que las gentes salían al camino para verle. El mismo Salvador, que había asistido a su lenta trasformación, casi no le reconocía bien. Sr.

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando