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Actualizado: 6 de junio de 2025


Cuando, al impulso de mis imaginaciones melancólicas, se huyó el deseo de recrear la mirada en los rostros peregrinos de las cigarreras, volvime para derramarla por el río y sus pintorescas márgenes. El sol acababa de ponerse.

Pero algunas cigarreras, mejor informadas, se echaron a reír: ¿dolor de muelas?, ¡ya baja! Era que su marido la solfeaba todas las noches, y ella, por tapar los tolondrones y cardenales, se empañicaba así; también una vez se presentó arrastrando la pierna derecha y diciendo que tenía reúma, y la reúma era un lapo atroz sacudido por él.

En aquel instante venía el inspector, que se había separado cuando entablé conversación con la cigarrera, y dijo sonriendo: Me ha revuelto usted el taller. Concluya usted pronto, porque estas niñas tienen, al parecer, ganas de bronca. ¡Bronca! ¡Bronca!... ¡Bron...ca! ¡Bron...ca! empezaron a repetir las cigarreras. El grito se extendió por todo el taller.

No sabiendo qué hacer, quiso enseñar a Amparo cómo se fumaba, a lo cual ella se prestó con repugnancia, alegando que las cigarreras no fuman, que casualmente están «hartas de ver tabaco», y que este sólo era bueno para ponerse parches en las sienes cuando duele la cabeza.

Desde la venida de Amadeo I tenían las cigarreras de Marineda a quien echar la culpa de todos los males que afligían a la Fábrica.

Costureras, chalequeras, planchadoras, ribeteadoras, cigarreras, fosforeras, y armeros, zapateros, sastres, carpinteros y hasta albañiles y canteros, sin contar otras muchas clases de industriales, se daban cita bajo las acacias del Triunfo y paseaban allí una hora, arrastrando los pies sobre las piedras con estridente sonsonete.

Hizo la madre decir una misa a Nuestra Señora del Amparo, patrona de las cigarreras; y por la tarde fueron convidados a un asiático festín el barbero de enfrente, Carmela, su tía, y la señora Porreta la comadrona: hubo empanada de sardina, bacalao, vino de Castilla, anís y caña a discreción, rosoli, una enorme fuente de papas de arroz con leche.

Fuese por esta razón o por otras, no tardó en buscar lugares más recónditos para las entrevistas, a donde cada cual iba por su lado, no reuniéndose hasta estar al abrigo de ojos indiscretos. Uno de estos sitios era una especie de merendero unido a una fábrica de gaseosa, bebida muy favorita de las cigarreras.

No puede ser, y no, y no, porque estos son otros hombres de otra manera, que miran por el bien del pueblo.... No digas tontadas. La encajerita se rió con su risa tenue. No, si lo que vienen a dar es trabajo, por acá no falta.... Y digo yo y preguntando otra vez, si es verdá que quitan la estancación del tabaco, vamos a ver, ¿cómo os valéis las cigarreras? Pidiendo limosna.

Algunas cigarreras optimistas se atrevieron a indicar que acaso Sobrado se casaría, o por lo menos reconocería lo que viniese. , ... ¡esperar por eso, papalanatas! ¡Ahora se estará sacudiendo la levita y burlándose bien! No sabes... yo no quiero que ella lo oiga, ni lo entienda decía la Comadreja a Guardiana , pero ese descarado ya vuelve a andar tras de la de García.

Palabra del Dia

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