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Actualizado: 12 de junio de 2025


¡Muy ingenioso! observé, completamente confundido por la extraordinaria complicación del secreto de Burton Blair. ¡Y, sin embargo, las letras están escritas con tanta claridad! Así es rió el profesor. A simple vista parece el más sencillo de todos los métodos de cifras, y, no obstante, es completamente ininteligible, salvo que se conozca la fórmula exacta en que está escrita.

El ingenio humano puede vencer a esa diosa meretriz que se llama la Fortuna. El alquimista tiene una llamita de ilusión en sus ojos, rojos de tejer y destejer las cifras: siniestra tela de Penélope que ha servido de sudario a tantos soñadores del número. Las matemáticas tienen tanta poesía como un bello soneto.

Tuve ocasión de observar los termómetros, señalando 12° centígrados en algunas madrugadas. En Manila la temperatura fluctúa en todo el año, entre los 22° á 33°. Estas cifras señalan una grandísima desproporción, tanto más de notar, cuanto que de un punto á otro solo hay unas 22 leguas.

SANDAAN, un ciento; DALAWANDAAN, dos cientos; etc. etc. De la centena para arriba, la significación propia de las voces que designan las cifras, en las lenguas polinesianas, es: mucho, gran número, innumerable, etc. etc., palabras que aunque no determinan ninguna cantidad, significan una cifra dada que varía según las necesidades de cada pueblo y su grado de cultura.

Estoy harto de decírselo todos los días. Y nada; como si se lo dijera a este mármol. Señores, yo les juro que he examinado una por una todas las cifras, y créanmelo, parece mentira que ese buñuelo haya salido de las oficinas de Hacienda. Pero nada... no lo quieren entender».

Puede que haya bastante exageracion en esas cifras; pero á juzgar por las proporciones actuales de Granada, donde centenares de casas están desiertas y se encuentran ruinas por todas partes, no hay duda de que la poblacion existente es sumamente inferior á la que puede caber. Poco y casi nada le queda al presente, de tantas glorias y de tanta opulencia.

Sin duda que pasma la osadía del pensamiento de formar la estadística de las opiniones de un pueblo entero, caracterizarlas según su importancia, y con el registro a la vista seguir durante diez años la tarea de desembarazarse de todas las cifras adversas, destruyendo en la persona el germen de la hostilidad.

Hablaba de ella bajo mil nombres imaginarios, los grababa sobre la corteza de los árboles y sobre la arena, y a veces añadía el mío. Si algún tiempo después acertaba a pasar por el mismo sitio y veía aún aquellas cifras, entrelazadas, palpitaba de alegría como si fuese ella quien las hubiese escrito.

Se hizo un largo silencio, como si el ambiente de la habitación quedase agobiado por el peso de estas cifras inconcebibles. Spadoni bajaba la cabeza. Ahora, dígame usted continuó el profesor qué puede un pobre ser humano, con todos sus cálculos de probabilidades, contra este infinito. Y agarrando un puñado de cartas, las dejó caer de nuevo sobre la mesa, como una lluvia susurrante de colores.

Oía reír a Huberto y a Diana. ¿De qué? Ella nada había comprendido. Ellos seguían la pieza, sin duda; trató de hacer como ellos, de dirigir su espíritu fugitivo a la obra, pero fue en vano: la imagen de Juan reaparecía. Lo veía alineando cifras a la luz triste de la habitación. No era como los otros, Juan no se parecía a ninguno de los que la rodeaban.

Palabra del Dia

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