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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Frescos brillantes de Ziegler, suelos magníficos de mármol, cielos rasos preciosamente cincelados bajo la direccion de Derre; todo llama y provoca la materia; todo incita nuestros sentidos; todo es contra la poesía del templo, porque todo es contra la poesía del alma; sobre todo, contra la poesía austera y sublime de la Cruz.
Es la hora en que los niños hablan con otros séres, y mientras que corremos tras extraños placeres, ellos murmuran todos una plegaria igual; y con las manos juntas, de rodillas postrados, piden, hácia los cielos los brazos levantados, gracia para nosotros al Padre Universal.
Aunque la caridad, virtud de los cielos, amparó entonces, como siempre, por igual á todos los desvalidos, cada corazón sintió lo que estaba más patente en su memoria, y la mía la ocupó toda Tremontorio.
21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 23 Y entonces les confesaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad. 24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé al varón prudente, que edificó su casa sobre la peña;
22 Jesús le dice: No te digo hasta siete, mas aun hasta setenta veces siete. 23 Por lo cual, el Reino de los cielos es semejante a un hombre rey, que quiso hacer cuentas con sus siervos. 24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. 25 Mas a éste, no pudiendo pagar, mandó su señor venderle, y a su mujer e hijos, con todo lo que tenía, y pagar.
Don Pedro le excita á empuñar de nuevo su espada; pero el vencido observa que ha sido herido en el brazo y que es más fuerte su adversario. En este momento se presentan criados con antorchas; Don Tello conoce al Rey, y exclama: ¡Cielos! ¿Qué es esto? El rico-hombre de Alcalá A los pies del rey Don Pedro. ¿Vos sois, señor?
Y cuando el rey Buby fué ya un hombre y un gran guerrero, y tuvo que pedir á Dios auxilio en los trabajos, y darle gracias en las alegrías, siempre dijo, llevando la voz de todos sus súbditos, pobres y ricos, buenos y malos: ¡Padre nuestro, que estás en los cielos!...
Respondíle con toda la altivez que me inspiraban mi alta gerarquía y mis afectos, habiendo oido decir toda mi vida que las personas de mi dignidad las habian dotado los cielos de tal grandeza, que con una palabra y un mirar de ojos confundian en el polvo de la nada á quantos temerarios eran osados á apartarse un punto del mas reverente acatamiento.
Esta que hasta los cielos se encarama Preñada, sin saber como, del viento, Es hija del deseo y de la fama. Esta fue la ocasion y el instrumento En todo y parte de que el mundo viese No siete marabillas, sino ciento. Corto numero es ciento: aunque dixese Cien mil y mas millones, no imagines, Que en la cuenta del numero excediese.
5 Vienen de lejana tierra, de lo postrero de los cielos, el SE
Palabra del Dia
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