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El sol se había retirado ya, dejando sobre el tejado de las casas consistoriales un gran pedazo de cielo teñido de leve tinta rosada, que hacia el cenit tomaba matices azules y hacia el horizonte amarillos. Los habitantes de la villa discurrían por las calles evacuando los últimos negocios del día y gozando aquel suave crepúsculo, al que no estaban avezados.

El postrer rayo del crepúsculo, que serpenteó hasta el cenit, reflejose en los ojos de la maestra con algo de su gloria, fluctuó y apagose desapareciendo en el ocaso. El sol se había puesto en Red-Gulch. En el crepúsculo y silencio la voz de doña María sonó majestuosamente. Me llevaré al niño; envíemelo esta noche.

Á esta hora veremos la Via Láctea elevarse desde el horizonte hasta el cenit, inclinándose ligeramente hacia oriente. Á lo largo de su camino aparecen en este momento, unas por encima de otra, tres brillantes constelaciones, que son, nombrándolas de abajo arriba, el Centauro, la Cruz del Sur y el Navío ó Argo.

éste, con distinta suerte, tiene el hielo caprichoso, el silencio de lo inerte, el misterio del reposo, la majestad de la muerte. Pero si el sol su semblante, rasgando la niebla oscura, muestra en el cenit radiante, su luz parece más pura, su calor más penetrante. Así, cuando el alma ahogada, en misma retirada, gime, presa del dolor, la dicha ménos ansiada parece mucho mayor. ¡Dolor!

Sería proceder en infinito si yo contase aquí los productos del reino vegetal, la Flora de aquella tierra predilecta del cielo, sobre la cual, según popular convencimiento y arraigada creencia, está verticalmente colocado, en el cenit, el trono de la Santísima Trinidad. Baste saber que las mil y tantas huertas de Cabra son un Paraíso.

Si se continúa caminando hacia el norte, empieza á elevarse cada vez más sobre el horizonte el polo boreal del cielo, mientras que el austral va descendiendo cada vez más por debajo de aquél. Así se acabaría, de ser posible penetrar hasta lo profundo de la zona glacial ártica, por llegar á un punto de la Tierra en que el polo norte del cielo se hallaría en el cenit.

Al llenar el cuadrante que recorría, la tormenta desplegó sus avanzadas hacia el cénit desarrollándose en toda su amplitud, y, a medida que el sol descendía a su ocaso, ella ocupaba la imponderable inmensidad del cielo, anticipando y ennegreciendo la luz crepuscular de aquella tarde.

Decid que cuando el alba, que roba vuestro aroma, cantos de amor jugando os susurraba, él también murmuraba cantos de amor en su natal idioma; que cuando el sol la cumbre del Koenigsthul en la mañana dora y con su tibia lumbre anima el valle, el bosque y la espesura, saluda en ese sol, aún en su aurora, al que en su patria en su cenit fulgura.

Movimiento diurno en el ecuador, en los polos=. Mientras más se camina hacia el sur, más se eleva el polo de ese nombre, y si fuera posible penetrar mucho en los hielos polares, se llegaría á un punto en que el polo sur se hallaría en el mismo cenit. En ese punto, el movimiento diurno de las estrellas se efectúa siguiendo círculos paralelos al horizonte y ninguna de ellas sale ni se pone nunca.

Se observaba con ella aplicada la coz al lagrimal del ojo, puesta la cara hacia la estrella y mirándola por la parte alta del un extremo de la sonaja, se había de dirigir á la vez una visual por el extremo bajo de la misma sonaja al horizonte, corriéndola en uno ú otro sentido hasta conseguir la coincidencia, en cuyo caso, los grados y minutos contados hasta la sonaja, representaban la distancia del astro al cenit, ó complemento de altura.