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Actualizado: 25 de junio de 2025
Y la portezuela de la diligencia cerrose sobre el Idilio de Red-Gulch. Estaba el tiempo muy metido en aguas en el valle del Sacramento. El North Fork se había salido de madre y la Rattlesnake Creek estaba impracticable.
Una filosofía tranquila, nacida de su situación física, se extendía por su ser moral, y lo saturaba por completo. Duéleme tener que confesar que el espectáculo de un hombre borracho, y de este hombre borracho en particular, no constituía en Red-Gulch ninguna novedad.
Reparando en seguida en el sátiro cartelón, derribolo con su menudo pie, murmurando: ¡Animales! epíteto que probablemente, en aquel momento, clasificaba con toda oportunidad en su mente a la población masculina de Red-Gulch; pues doña María, poseída de ciertas maneras rígidas que le eran propias, no apreciaba aún debidamente la expresiva galantería por la que el californiano es tan justamente celebrado de sus hermanas californianas, así es que tenía tal vez muy bien merecida la reputación de tiesa que gratuitamente la habían otorgado sus conciudadanos.
En opinión de doña María, Tomasito era un buen chico y merecía algo más que el pobre cuidado que de ella podía esperar. ¡Gracias, señora, gracias! dijo la forastera, sonrojándose aún a través de los afeites, que Red-Gulch llamaba maliciosamente su «pintura de batalla», y procurando en su confusión arrastrar el largo banco más cerca de la maestra. Le doy a usted las más cumplidas gracias.
El postrer rayo del crepúsculo, que serpenteó hasta el cenit, reflejose en los ojos de la maestra con algo de su gloria, fluctuó y apagose desapareciendo en el ocaso. El sol se había puesto en Red-Gulch. En el crepúsculo y silencio la voz de doña María sonó majestuosamente. Me llevaré al niño; envíemelo esta noche.
La monótona procesión de cielos azules y soles deslumbradores, de cortos crepúsculos y noches estrelladas, que se deslizaba sobre Red-Gulch, fue interrumpida algún tanto por los incidentes que se acaban de relatar.
Conforme el sol del largo y árido verano iba marchitando las plantas hasta la raíz, la época de colegio de Red-Gulch, para emplear un modismo local, se iba secando también. Un día más, y doña María sería libre ya, o, por lo menos, Red-Gulch no la vería en toda una estación.
Palabra del Dia
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