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Actualizado: 9 de junio de 2025


¿Y han ido a Cebre por el médico? Va allá Primitivo. Julián torció el gesto. No hay que asustarse.... Detrás de él van a salir ahora mismo otros dos propios. Quería ir yo en persona, pero Nucha dice que no se queda ahora sin . Lo mejor sería ir yo también por si acaso exclamó Julián . Aunque sea a pie y de noche.... Lanzó don Pedro una de sus terribles y mofadoras carcajadas.

Mientras el secretario cabildeaba con la primera autoridad civil de la provincia, Barbacana daba audiencia al Arcipreste de Loiro, que había querido ir en persona a tomar noticias de cómo andaban los negocios por Cebre, y se arrellanaba en el despacho del abogado, sorbiendo, por fusique de plata, polvos de un rapé Macuba, que acaso nadie gastaba ya sino él en toda Galicia, y que le traían de contrabando, con gran misterio y cobrándole un dineral.

Naturalmente hablaban de la batalla próxima, del candidato y de otras particularidades referentes a la elección. El arcipreste lo veía todo muy de color de rosa, y estaba tan cierto de vencer, que ya pensaba en llevar la música de Cebre a los Pazos para dar serenata al diputado electo. Don Eugenio, aunque animado, no se las prometía tan felices.

¡Y cómo se burlaría la guisandera si por arte de magia apareciese allí un cocinero francés empeñado en redactar un menú, en reducirse a cuatro o seis principios, en alternar los fuertes con los ligeros y en conceder honroso puesto a la legumbre! ¡Legumbres a !, diría el ama del cura de Cebre, riéndose con toda su alma y todas sus caderas también. ¡Legumbres el día del patrón!

En cambio la villita de Cebre, rindiendo culto al progreso, ha atendido a las mejoras morales y materiales, según frase de un cebreño ilustrado, que envía correspondencias a los diarios de Pontevedra y Orense.

Era Sabel, a quien el capellán miró con sorpresa, pues hacía bastante tiempo que no se presentaba allí. De parte del señorito, que baje a cenar. ¿Ha venido su padre de usted? ¿Ha llegado el médico? interrogó ansiosamente Julián, no atreviéndose a preguntar otra cosa. No, señor.... De aquí a Cebre hay un bocadito.

Por fin alzó la cabeza y dijo: ¿Se acuerda usted de la burra que hubo que buscar en Cebre para mi mujer? ¡No me he de acordar! Pues la señora del juez..., ríase usted un poco, hombre..., la señora del juez se avino a prestármela porque iba Primitivo conmigo. Si no.... No hizo Julián reflexión alguna acerca de un suceso que tanto indignaba al marqués.

Tenía dispuesto su maletín: lo enviaría a buscar desde Cebre por un mozo.

Así las cosas, empezó a notarse que Primitivo, el montero mayor de los Pazos, venía a Cebre muy a menudo; y como allí se repara todo, se observó también que, además de las acostumbradas estaciones en las tabernas, Primitivo se pasaba largas horas en casa de Barbacana.

Servidor y capellán... respondió gozoso el eclesiástico, tratando de echar pie a tierra, ardua operación en que le auxilió el abad . ¿Y usted... exclamó, encarándose con su interlocutor es el señor marqués? ¿Cómo queda el tío? ¿Usted... a caballo desde Cebre, eh? repuso éste evasivamente, mientras el capellán le miraba con interés rayano en viva curiosidad.

Palabra del Dia

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