Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 17 de mayo de 2025


Acostumbrado á expresar siempre redondamente su modo de ver, causaba el asombro general emitiendo opiniones tan singulares por su fondo como por su forma.

El duque creyó que quien causaba el miedo de doña Ana, era el duque de Uceda. Doña Ana se levantó. Continuad, señora dijo el duque. Yo tenía un amante, más por miedo que por amor. ¡Un amante! , señor; el sargento mayor... ¿Don Juan de Guzmán? ¡Cómo! ¿lo sabíais, señor? , me lo habían dicho. Y á pesar de eso, señor, ¡me habéis solicitado! que ese hombre ha muerto. ¿Lo sabéis? ¡A puñaladas!

Fortunata vio el cuarto. ¡Ay, Dios, qué malo era, y qué sucio y qué feo! Las puertas parecía qué tenían un dedo de mugre, el papel era todo manchas, los pisos desiguales. La cocina causaba horror. Indudablemente la joven se había adecentado mucho y adquirido hábitos de señora, porque la vivienda aquella se le presentaba inferior a su categoría, a sus hábitos y a sus gustos.

Oirle hablar de un asado, bastaba ya para despertar nuestro apetito; y como nunca poseyó otras dotes superiores, ni pervirtió ni sacrificó ningún don espiritual anteponiéndolo á la satisfacción de su paladar y de su estómago, me causaba siempre gran placer oirle discurrir acerca del pescado, de la volatería, de los mariscos, y de la diversidad de carnes, espaciándose en lo referente al mejor modo de condimentarlos y servirlos en la mesa.

Y al mismo tiempo que un secreto sentimiento, la vergüenza, le hacía apartar la vista, el instinto y el hábito de la investigación le aconsejaban insistir en su actitud para que la acusada, no viéndose ya observada, descuidara contener la impresión verdadera que le causaba aquella revelación.

Doña Luz se sonrojó como nunca al pronunciar tales palabras, y D. Jaime se levantó mostrando en su semblante la gratitud y la alegría que la confesión de doña Luz le causaba. Después dijo: Deseche V. todo temor, y conserve la creencia de que la amaré siempre, y de que mi amor hacia V. sólo puede compararse con el respeto y la profunda admiración que V. merece.

Por otra parte, me veía obligada a hacerlo así, pues nunca, ¡oh! estoy tan segura, nunca habría hablado él primero. Yo era demasiado rica, y como él me amaba a y no a mi dinero, mi dinero le causaba horror. Tal es la historia de mi casamiento. En cuanto a la historia de mi fortuna, os la diré en pocas palabras.

¡Sería gracioso que quisiera usted casarse con una muchachuela! añadió con sarcasmo. Tampoco se trata de eso; pero si usted tuviera algún antecedente... ayundándome usted y gastando cuanto fuese necesario, acaso lograríamos encontrar a sus padres. ¿Y para qué quiere más padres que usted? Necesité hacer un esfuerzo para contener la cólera que me causaba la fría insolencia de aquella mujer.

Más de una vez, al levantar aquélla la cabeza, se había encontrado con esta mirada opaca y desconsolada: había bajado prontamente la suya, acometida de súbito malestar. En el alma de la enferma había nacido un deseo, un capricho más bien, vivo y abrasador como los que sienten los moribundos. Quería que su hijastra le refrescase con alguna palabra dulce la horrible quemadura que su duda le causaba.

¡Se va!... ¿Y por qué?... ¡Qué yo! Cosas de muchachos. Creerá que ya no puede vivir aquí. Tal vez sufra como el mal de amores. En él no resulta extraño: es cosa de la juventud. Sánchez Morueta no preguntó más. Adivinaba en la sonrisa del doctor algo que no quería conocer. Al mismo tiempo le causaba alegría la posibilidad de que el joven sufriera como él.

Palabra del Dia

tundas

Otros Mirando