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Actualizado: 10 de octubre de 2025


"9 de marzo. "¿Por qué conmigo no bromea nunca? Al contrario, me habla con seriedad. No deja de preocuparme esa curiosa diferencia que establece entre Camucha y yo. A Zoraida, en cambio, la trata... ¿cómo diré? con una especie de término medio: ni le da bromas ni la habla con esa carita tan seria... ", ¿porqué viene tan seguido a casa? ¿Por alguna de nosotras?

En veinticuatro horas han dicho adiós á sus vetustos paredones dos de los tres hombres que había en todo el convento. Porque hace tiempo que te conozco, Roger amigo, y á pesar de tu carita de muñeca llegaras á ser todo un hombre. El otro á quien me refiero es el buen abad.

Llevaba en los brazos á un tierno infante de unos tres meses de edad, que cerró los ojos y volvió la carita á un lado, esquivando la demasiada claridad del día, cosa muy natural como que su existencia hasta entonces la había pasado en las tinieblas de un calabozo, ó en otra habitación sombría de la cárcel.

De vez en cuando, una elegante muchacha se detenía en mitad del atrio para acariciar la carita sucia de un pequeñuelo y preguntar su edad a la madre; sus compañeras la llamaban riendo y en cuanto llegaban al dintel de la iglesia todas tomaban una expresión seria y recogida. Adriana no quiso entrar en seguida.

Ahora comprendía sus ojos severos fijos en él y la expresión dolorosa de aquella carita de muerto, que lloraba y lloraba con el tormento de un hambre del otro mundo, por faltarle el sustento de las misas.... ¡Y él, que despilfarraba sus jornales en bebidas y otros vicios menos confesables, estaba retardando la salvación de estos dos seres infelices al no devolverles un dinero que necesitaban para la salud de su alma!...

Cuando iba a la escuela con su carita sonrosada, un traje gris y una boina roja en la cabeza rubia, todas las mujeres del pueblo la acariciaban, las demás chicas querían siempre andar con ella y decían que, a pesar de su posición privilegiada, no era nada orgullosa. Una de sus amigas era Ignacita, la hermana de Martín.

Al amanecer se le fijó un agudo dolor en el costado izquierdo que le obligó á llamar al médico. Á las diez de la mañana estaba declarada la pulmonía, y el médico de la villa le daba un fuerte lancetazo y le extraía buena porción de sangre. La condesa, á las doce del mismo día, asomó su carita graciosa y sonrosada por la puerta del cuarto y preguntó con interés: ¿Qué es eso, Pedro, qué te pasa?

Para mayor alivio de su pesadumbre, al abocar al puerto se halló de pronto con la carita de Nieves asomada al cuarterón de la puerta de la cámara, mirándole muy risueña, con una rosetita arrebolada en cada mejilla y cierta veladura de fatiga en los ojos... El alma toda se le esponjó en el cuerpo al aprensivo mozo.

¿Y ese valor, y el pequeño? preguntó alzando la sábana y la manta y sacando del tibio rincón donde yacía, un bulto, un paquete, un pañuelo de lana, entre cuyos dobleces se columbraba una carita microscópica amoratada, unos ojuelos cerrados, unas faccioncillas peregrinamente serias, con la seriedad cómica de los recién nacidos.

Y Perla, al oir esta exclamación, ó al percibir aquellos sollozos de angustia, volvía hacia su madre la viva y preciosa carita, sonreía dulcemente y continuaba su juego. Nos resta hablar de una peculiaridad de esta niñita.

Palabra del Dia

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