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Actualizado: 18 de junio de 2025


Junto a los tabiques de la cubierta de paseo alineábanse los sillones de los pasajeros, pero con una alineación caprichosa, mostrando en lo alto de los respaldos los nombres de sus dueños escritos en tarjetas. Esta rotulación parecía darles una personalidad, un alma. Permanecían agrupados o solos, tal como los habían dejado sus poseedores el día anterior.

Á partir de esta época padecieron de nostalgia. El conde que en este momento preside la mesa había sido educado en Francia desde sus más tiernos años por la voluntad de su madre, persona extremadamente caprichosa y extravagante, que nunca pudo acomodarse con el carácter franco y generoso y un poco rudo y agreste de su marido.

Aunque por un refinamiento de hombre gastado le placiesen para queridas las mujeres de genio vivo y hasta un poco agresivas, los arranques de la hija del sillero rebasaban ya los límites de lo tolerable. No era posible continuar. Sus planes sabios corrían peligro de hundirse para siempre con aquella chiquilla violenta y caprichosa.

Desde allí dominaba la playa quebrada de Saint Jouin, y podía seguir, por entre las rocas, la marcha caprichosa de las jóvenes y de sus flirts. El traje claro de su amiga, y el elegante sombrero gris de Martholl cautivaban principalmente su atención. En cierto momento, pudo ver a María Teresa y a las jóvenes que la precedían, detenidas ante una bajada difícil.

Te han perdido las malas compañías, esa atmósfera de mentira en que vives, los ejemplos de tu derrochadora madre y los consejos del majadero de tu principal, que se cree un oráculo en los negocios porque gana el dinero a ciegas por una burla caprichosa de la suerte, y algún día las pagará todas juntas, dándome el gusto de poder reír al verle sin camisa.

Todos en un grupo, respirando el fresco de la noche, contemplando la luna que salía por la bóveda desgarrando jirones de nubes de forma caprichosa, cantaban a la vez o por turno y hablaban en voz baja, como respetando la majestad de la naturaleza dormida, con languidez del cuerpo y del alma. Don Víctor era más soñador que ninguno de los presentes.

Al frente se veían las mil luces de la ciudad, como la iluminación caprichosa de uno de esos «pesebres» ó «nacimientos» que se usan en los paises españoles, iluminacion que tenia no qué de aéreo y fantástico, haciendo juego con los reflejos pálidos de un cielo estrellado en cuyo fondo profundo no se veia una sola nube.

Era el malestar de todas las aglomeraciones humanas de formación reciente; de las ciudades nuevas y las comarcas mineras que empiezan su vida; la comparación eterna entre la propia miseria y la fortuna loca y caprichosa que empuja á los otros; la convicción del fracaso, más viva y dolorosa, ante las rápidas elevaciones presenciadas todos los días, la tristeza por el bien ajeno, que amarga el pan, agria el vino y hace soñar en venganzas colectivas, viendo un robo en cada paso hacia adelante que da el afortunado.

Soy ya una sombra; pero el genio de la belleza y la armonía velan aun mi sueño como en los dias de mis reyes. La naturaleza no me ha sido nunca infiel: ciñó de flores mi cuna y está ciñendo de flores mi sepulcro; á cada paso que doy hácia la tumba hace brotar bajo mis pies una vegetacion mas caprichosa.

El «Libro Tercero», comprende bajo la denominacion de POESÍAS DIVERSAS, los asuntos morales, sentimentales, fantásticos ó de caprichosa y fugitiva inspiracion, que corresponden á varios géneros y asuntos.

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