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Actualizado: 6 de junio de 2025


Errores cometidos en esta materia. Comedias de capa y espada, y de ruido. Comedias de santos, divinas y humanas. Burlescas. Fiestas. Comedias de figurón. Comedias heróicas. CAPÍTULO VI. Autos. Autos sacramentales. Autos al nacimiento. Loas. Entremeses. Relaciones de viajeros franceses del siglo XVII que asistieron á representaciones dramáticas en España.

Lo celebro de todo corazón, porque tengo, un poquillo de vanidad en ser competente en ese delicado capítulo de la vida doméstica... Respecto a lo demás de la casa... Ya le hemos dicho a usted que tampoco tiene pero. No lo he olvidado; pero no voy a tratar de eso precisamente, sino de algo que no ha podido hacerse por falta de tiempo, y se podría hacer ahora más despacio y enteramente a su gusto.

Además de que, usted lo está viendo, es una criatura que no se puede meter por vereda; por más que se la inclina a la derecha, siempre ha de tirar a la izquierda. Capítulo XI Tres años había que Stein permanecía en aquel tranquilo rincón.

-Y más -replicó el caballero-, que yo los sonetos que mi hermano hizo. -Dígalos, pues, vuestra merced -dijo el cautivo-, que los sabrá decir mejor que yo. -Que me place -respondió el caballero-; y el de la Goleta decía así: Capítulo XL. Donde se prosigue la historia del cautivo Soneto

Es forzoso, por lo tanto, que consigne una gran satisfacción que tuve luego; mi vanidad de madre se manifiesta demasiado, ya lo comprendo, pero... En una sesión pública celebrada por la Academia de Mâcón, hará unas tres semanas, a la cual asistió una multitud inmensa, todo el consejo general, todas las notabilidades de la ciudad y sus inmediaciones, leyéronse muchos e interesantes trabajos; M. de Lacretelle, un capítulo de la «Historia de la Restauración»; M. Quinet, joven gallardo y distinguido por sus conocimientos, un fragmento de un «Viaje a Grecia»; Alfonso debía recitar versos, se le esperaba con impaciencia; cuando llegó su turno, resonó un aplauso general; la concurrencia se puso en movimiento gritando, la mayor parte, que quería verle; colocose en un sitio convenientemente elevado para poder satisfacer los deseos del público, y empezó por una breve improvisación en prosa, suplicando y agradeciendo la benevolencia de sus conciudadanos y manifestando cuánto era su agradecimiento por el anticipado favor que se le dispensaba; este exordio gustó muchísimo y los aplausos se repitieron con entusiasmo.

Durante la cena, madre é hijo hablaron como dos amigos en tono discreto y confidencial. No diremos lo que hablaron, porque se va haciendo muy largo este capítulo. Sólo apuntaremos que Octavio llevó casi todo el tiempo la palabra y que su madre le escuchaba atentamente y con satisfacción.

Y aquí termina mi capítulo sobre la Suiza, pueblo de mi predileccion y en cuya prosperidad tanto me intereso. ¡Dios vele por la independencia de su suelo! La impresion que el viajero recibe dirijiéndose á Lóndres desde Paris, como yo lo hice, es triste, verdaderamente triste.

Ya dijimos en el capítulo XVI cómo para suplir la falta de sujetos se habían extinguido dos pueblos, y el uno de la advocación de San Juan Bautista; mas por este tiempo se volvió á fundar otro con la misma advocación.

CAPÍTULO XXVI. Crítica particular de las obras dramáticas más notables de Tirso. 413 CAPÍTULO XXVII. Continuación y fin de la crítica particular de las obras dramáticas más notables de Tirso. 437 AP

Quien presenciase el atrevimiento de él y la indulgencia de ella, acaso imaginara que ya habían trocado el amor platónico por el experimental: y sin embargo, Cristeta estaba tan limpia de pecado, como la madre Eva antes de verse obligada a estrenar el primer vestido de hojas de parra entretejidas. Capítulo VI

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