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Actualizado: 5 de junio de 2025
En el segundo caso, asciende en la consideración del gremio y su tarea se facilita con ventaja personal: se hace changador de otarios, es decir, buscador de víctimas, empresario, director, prestamista, consejero e intermediario entre los capitalistas y grandes dignatarios de la orden y los pobres ejecutores que pagarán con el martirio de su cuerpo cualquier contrariedad de la suerte.
Un sistema de alcaldías y correjimientos tan monstruoso é irregular produjo sin embargo en su principio algunos beneficios á las Islas, porque en medio de la gran falta que hay en ellas de capitalistas, muchos productos de la agricultura y artes de las provincias no se hubieran fomentado, y aun estarian sin establecerse, si el alcalde no hubiera especulado en ellos para su comercio.
En el ensanche, erguía sus torres de un gótico ridículo la iglesia de los jesuítas, con su residencia anexa; y en torno de ella se alineaban con rigidez geométrica, los hoteles y caserones de los nuevos capitalistas, enriquecidos fabulosamente por las minas de la noche á la mañana. Aresti pasó el puente, siempre tembloroso bajo el paso de los tranvías y las carretas, y entró en el Arenal.
No hay ya que temer falten licitadores para todo que hagan los remates para suministrar cuantos artículos puede necesitar el Gobierno para sus atenciones, y sobre los que se halla establecido el sistema de acopios: la agricultura y la industria de las Islas, si no tan florecientes como fuera de desear, han tomado una aptitud majestuosa, y Manila y sus estramuros reunen ya capitalistas muy suficientes para llenar el objeto.
Detrás de su avance victorioso iban constituyéndose sociedades anónimas y sindicatos de capitalistas. En el Wall Street, los grandes capitanes del dinero recibían al viejo Craven como á un igual cuando se le ocurría perder una semana en el ferrocarril yendo de San Francisco á Nueva York.
Así, pues, los más ricos regalos de una boda no los hacen generalmente los más ricos capitalistas, sino los más necesitados.
Los poderes históricos se achicaban y humillaban ante el capital. Los reyes de los pueblos, soberbios como semidioses sobre sus caballos de guerra, cubiertos de plumas y bordados y llevando tras ellos grandes ejércitos, tenían que mendigar en sus apuros á los capitalistas ocultos en sus escritorios.
Los mayores títulos de gloria de los comillanos eran haber dado la villa tres Arzobispos , muchos notabilísimos marinos y varios capitalistas riquísimos que, aunque residentes en Filipinas, Cádiz y otros países tan apartados, demostraban á cada paso, con limosnas y presentes de todos géneros, su amor al pueblo de su naturaleza; y sobre todo, haberse construído el magnífico templo que se levanta en la plaza, que, acaso, en su género, es el mejor de la provincia, á expensas de los mismos comillanos.
Pero los capitalistas, que viven lejos y tal vez no se molestarán nunca yendo a contemplar esta obra suya, pueden responder desde sus escritorios: «Gracias a nuestra audacia fría y dura, los hombres tienen un camino para llegar a países nuevos que guardan enormes riquezas.
Guerras que se desarrollan al otro lado del planeta, en países que no conocemos ni nos importan un poroto; restricción de crédito, falta de dinero, Bancos a los que dan «corrida», como dicen allá, y que ven sus puertas llenas de gente que retira sus depósitos; propietarios que desean vender y no encuentra a quién; capitalistas extranjeros que no quieren hipotecar... y entonces, dos y dos son uno... dos y dos son nada... y el que no tiene aguante para esperar que la aritmética recobre su antigua originalidad, queda reventado para toda la siega.
Palabra del Dia
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