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Actualizado: 3 de junio de 2025
Y ¡cómo que ha cometido sacrilegio! dijo a esto el adolorido estudiante : que puesto que yo no soy sacerdote, sino sacristán de unas monjas, el dinero de la bolsa era del tercio de una capellanía, que me dio a cobrar un sacerdote amigo mío, y es dinero sagrado y bendito.
Aunque más agitada, no dejaba de ser dulce y sabrosa la que llevaba el capellán D. Lesmes. Rasurado con primor, más bien delgado que grueso, de tez sonrosada, nariz aguileña, ojos pequeños y vivos y no poco pícaros, de cuarenta años de edad. No tenía más órdenes que la prima tonsura impuesta para que pudiese disfrutar las pingües rentas de una capellanía de familia.
En tiempo de Jaime 2º todavia parece que los monges del monasterio de Crason, diócesi de Carcasona, conservaban derecho á la capellanía del castillo, pues segun un despacho dado en Valencia en las nonas de agosto de 1308 manifiesta este monarca, que sus progenitores de feliz memoria, habian establecido en su ALJAFERIA de Zaragoza una capilla á honra del bienaventurado S. Martín confesor, que debia servirse por el abad ó rector de Crason, diócesi de Carcasona, ó por el que comisionase el mismo abad, por lo que mandó este monarca al merino y oficiales de Zaragoza, que tuviesen por prior á Fr.
-Con su pan se lo coma dijo Rincón a este punto : no le arriendo la ganancia; día de juicio hay, donde todo saldrá en la colada, y entonces se verá quién fué Callejas, y el atrevido que se atrevió a tomar, hurtar y menoscabar el tercio de la capellanía. Y ¿cuánto renta cada año? Dígame, señor sacristán, por su vida.
Y al día siguiente de todo este aparato teatral, cuando se apagan las luces e incensarios y la iglesia recobra su aspecto vulgar, la vida mísera y la intriga para ganarse el pan: ¡siete duros al mes por aguantar a todas horas a unas pobres mujeres con el humor agriado por el encierro, vulgares como criadas de servicio, que pasan la vida averiguando en el locutorio lo que ocurre en la ciudad y fabricando porquerías dulces para obsequiar a los señores canónigos y a las familias protectoras de la casa...! ¡Y aún hay curas que envidian, que ladran de hambre contra mí por la dichosa capellanía de monjas, y me tienen como un adulador del palacio arzobispal, no comprendiendo de otra manera que siendo tan joven haya pescado esta prebenda que me permite vivir en Toledo con siete durazos mensuales...!
Afeminando la voz de modo burlesco, continuó: Idos a América o a Flandes, hijo mío, o entrad más bien en la Iglesia, y os daremos nuestra capellanía de Santa María del Castillo, en Madrigal: es lo que me decís todo el año. Pero aquesto no basta. Sabéis harto bien que soy amado de Beatriz desde niño y queréis asimesmo que le deje la dama a mi hermano.
Palabra del Dia
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