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Actualizado: 14 de junio de 2025
Se quisiera usted volver todo orejas dijo la tía María, que había entrado en el cuarto sin que él lo hubiese echado de ver . ¿No le he dicho a usted que es un canario sin jaula? Ya verá usted. Y con esto se salió al patio y dijo a Marisalada que cantase una canción. Esta, con su acostumbrado desabrimiento, se negó a ello.
Creíase Julián salvado con estas evasivas, cuando, a las pocas noches, don Pedro le apretó para que cantase: Don Julián, aquí no valen misterios.... Si he de casarme, quiero al menos saber con quién y cómo.... Apenas se reirían si porque vengo de los Pazos me diesen de buenas a primeras gato por liebre. Con razón se diría que salí de un soto para meterme en otro.
El emperador mandó poner el palacio de lujo: y resplandecían con la luz de los faroles de seda y de papel los suelos y las paredes; las rosas rojinegras estaban en los corredores y los atrios, y resonaban sin cesar, entre el bullicio del gentío, las campanillas: en el centro mismo de la sala, donde se le veía más, estaba un paral de oro, para que el ruiseñor cantase en él: y a la cocinerita le dieron permiso para que se quedase en la puerta.
Aquel que canta en esotra jaula es un músico sinsonte, que remeda los demás pájaros, y vuelve de cada pasaje como de un parasismo. Está preso en esta cárcel de los delictos del juicio, porque siempre cantaba, y cuando le rogaban que cantase, dejaba de cantar. Impertinencia es ésa casi de todos los desta profesión.
Entre el rumor de la brisa agitando los árboles y el parloteo de los gorriones que saltaban en torno de los troncos, Rafael percibió una música lejana, el sonido de un piano apenas rozado con los dedos, y una voz velada, tímida, como si cantase para si misma. Era ella.
Por fin, dijo con voz alterada: ¿A mí González?... ¿Por las narices? ¡Estás loco!... A mí no me lleva nadie por las narices ... y mucho menos González. Pronunció las últimas palabras con afectado desprecio. Negó a González por la misma razón que San Pedro negó a su Maestro, por el pícaro orgullo. La conciencia le decía que faltaba a la verdad, aunque no cantase el gallo.
En efecto, apenas entrásteis en el coche, dije á aquel criado de la condesa, amigo mío, si sabía á dónde os llevaban y aun tuve que darle algún dinero para que cantase; entonces me dijo: yo no sé á dónde irá la condesa con ese caballero; nadie sabe una palabra; pero he oído allá en la casa que se había mandado arreglar la cámara de la señora en la quinta que tiene el señor junto al río.
Si cantase, el rayo único de su voz hubiera penetrado en el alma penumbrosa de Belarmino, como penetra un solo haz de los rayos del sol a través de la ojiva en una iglesia. Luego, serenóse el tiempo. Era la sazón otoñal, de color de miel y niebla aterciopelada y argentina, a manera de vello, con que la tierra estaba como un melocotón maduro.
Soltó a Margarita y a Florela, y otrosí a los criados de doña Guiomar; levantó el embargo que sobre su casa había hecho; y en cuanto a la tía Zarandaja, ni aun pensó en ella, porque el señor Viváis-mil-años, que no podía mejorarse enredando con la justicia a la tía Zarandaja, porque esta, apretada por los cordeles, no cantase, y se vengase de él sacando a plaza otros primores suyos, de la tía Zarandaja no hizo mención, y ella no sufrió otro castigo que el miedo de que la justicia la echase las garras y la malparase.
Entre creerse un monstruo de maldad o un ser inocente y desgraciado, mediaban a veces el lapso de tiempo más breve o el accidente más sencillo; que se desprendiese una hoja del tallo ya marchito de una planta cayendo sin ruido sobre la alfombra; que cantase el canario del vecino o que pasara un coche cualquiera por la calle, haciendo mucho ruido.
Palabra del Dia
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