Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 16 de mayo de 2025


Ver, al huir de una fuerza mayor, cómo aparece, entre el verde de las heredades, el campanario de la aldea donde se tiene el asilo; defender una trinchera heroicamente y plantar la bandera entre las balas que silban; conservar la serenidad mientras las granadas caen, estallando a pocos pasos, y caracolear en el caballo delante de la partida, marchando todos al compás del tambor...

No había, pues, cosa mejor que vestir el penitente sayal y preparar, entre cuatro paredes desnudas, la salvación eterna. En ocasiones, cuando el tiempo alcanzaba, subía a las torres. Holgábale contemplar la ciudad y la campiña desde las ventanas del campanario, y sus ojos solían detenerse en cierta mansión, unida a los muros, hacia la parte del Norte.

Tocábale aquel año dedicarse a la sublime ciencia del cálculo, y había obtenido ya, por orden de su profesor, la medida del campanario del pueblo, con un error aproximado de dos kilómetros; aquel día proponíase nada menos que determinar el radio de una esfera, y sacó con toda diligencia el libro de texto, la caja de compases y el blanco papel inmaculado en que había de desarrollarse el importante cálculo.

Estos cuatro patios, en medio de los cuales, precedida de la calle de cipreses, se erguía la iglesia con su campanario, como un enorme ciprés de piedra, formaban el conjunto de aquel majestuoso edificio. El techo se componía de un millón de tejas, sujeta cada una con un gran clavo de hierro, para evitar que las arrancasen los huracanes en aquel sitio elevado y próximo al mar.

Cuando el día desciende, entro en mi casa a paso lento; me encierro en mi habitación, la más alta y abandonada de la casa, desde la cual se domina el viejo campanario de la aldea: desde allí se sienten muy bien los ecos de la campana y los silbidos del viento.

Un lío, otro lío y un liito. El campanario del pueblo. Vuelta al hogar. Exhibición de compras. La saya de la capitana. La pagoda. El 1.° de Julio. Juramento. Misa de vara. Recuerdos de las bodas de Camacho. Un chocolate serio y un descarnado hueso. La tenientela mayora y las juezas. Amontonamiento de alhajas. Lectura del Tadhana. La coronación.

La tierra del atrio sube más alto que el peristilo de la iglesia, y ésta se hunde, se sepulta entre el terruño que lentamente va desprendiéndose del collado próximo. En una esquina del atrio, un pequeño campanario aislado sostiene el rajado esquilón; en el centro, una cruz baja, sobre tres gradas de piedra, da al cuadro un toque poético, pensativo.

Porque aun después del «lance de honor», El Correo de las Niñas y La Mañana siguieron tratando el asunto Pérez, si bien evitaban incurrir de nuevo en ingratas cuestiones personales y de campanario.

Pero nunca este cuadro tiene un encanto más inexpresable que a la hora en que el cielo, adornado de los colores del alba, sonríe a la proximidad del día, cuando una niebla húmeda y blanquecina flota sobre el valle y cuando los primeros rayos del sol comienzan a dorar los plomos del campanario.

El templo griego henchía en el espacio los bultos dorados de su techumbre; la iglesia católica hacía brillar la cruz en lo más alto de su campanario; la sinagoga, de formas geométricas, se desbordaba en una sucesión de terrazas; los minaretes islámicos formaban una columnata blanca, afilada, esbelta.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando