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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Miguel se juzgó en el caso de escribir un artículo contestando a estas injurias, que fue un verdadero prodigio de habilidad: devolvíanse con creces todas aquéllas al enemigo, pero de un modo tan fino y bien encubierto, que era imposible demandar reparación ante los tribunales, y no era fácil tampoco hallar motivo para un duelo. El artículo se leyó en la redacción y fue calurosamente aplaudido.
Verdad es que mis palabras se prestaban a tantas interpretaciones y las ideas a tales equívocos, que en otras circunstancias aquellas mismas protestas habrían podido significar mucho más. Ella las tomó en el sentido más sencillo y tan calurosamente me expresó su agradecimiento que en poco estuvo no diera en tierra con todo mi valor. ¡En buen hora! dijo. Me gusta oírle hablar así.
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Aquí una cortina que tape la suciedad de la pared, allí una araña, más allá un jarrón con flores, todo discutido larga y calurosamente antes de ser colocado en su sitio. Las que más se distinguían en la obra de ornamentación eran D.ª Marciala y Marcelina, la primera por su actividad frenética, la segunda por su gusto y habilidad.
Si yo mandase esta tarjeta al duque dijo con profunda emoción , la boda quedaría deshecha... Pero no lo haré, porque soy hombre de honor. De las mujeres me vengo de otro modo. Convine con él en que era cierto que tenía entre sus manos aquella egregia boda, y aplaudí calurosamente su nobleza. Esta ilusión de ser un hombre de alma generosa y heroica acabó de hacerle feliz.
A las frases de elogio que Raimundo tributó calurosamente a la dama, asintió en un tono lacónico que le apagó los fuegos. Hay que confesarlo. La impresión primera de adoración filial que Clementina inspiró al joven entomólogo se había ido desvaneciendo poco a poco o, por mejor decir, confundiendo con otra inclinación menos santa, aunque guardando algo de ella.
Y apretando calurosamente las manos de la joven, partió con tales modos, que todos le creíamos con el corazón despedazado y tuvimos lástima de él. Poco después Asunción, acompañada de su ayo, salió a la calle, y la santa imagen, entrando en la casa materna, volvió a su altar.
Justamente en aquel instante se acercó a ellos un grupo de pollastres de los que revoloteaban en torno de los millones de Calderón, felicitando calurosamente a la niña. Entre ellos estaba Cobo Ramírez. Todos se apresuraron a pedirle bailes, apuntando en el primoroso librito de Esperanza la inicial de su preclaro nombre.
Así habló el tío Goro de Canzana, y el coro de viejos y viejas que le escuchaba aplaudió calurosamente su discurso. Sin embargo, el anciano capitán sudaba ya por todos los poros del cuerpo. Sus fuerzas mermaban á ojos vistas. Mas antes que confesarlo hubiera caído exánime á los pies de su pareja.
Y así la revolución marchó de triunfo en triunfo, justificando el pueblo filipino su poder y su resolución de librarse de todo yugo extrangero, para vivir independiente, tal como yo le había afirmado al almirante Dewey, por lo que este señor y los Jefes y oficiales americanos felicitaron calurosamente á mi y al ejército filipino por los innegables triunfos, comprobados por el gran número de prisioneros que llegaban de todas partes de Luzón á Cavite.
Palabra del Dia
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