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Actualizado: 9 de junio de 2025
EL FAUSTO es una obra dramática, y la primera parte, con el arreglo indispensable para la escena, se representa en los teatros alemanes; pero, así dicha primera parte aislada, como el conjunto que de ambas tragedias o partes resulta, aspiran a tener muy superior importancia. No basta para calificar el todo afirmar que es un poema. Toda narración o acción escrita en verso es poema también.
El ha rehusado con una altivez que no me atrevo a calificar; dice que donde se le ha esquivado la primera vez, no quiere, a ningún precio, solicitar la entrada nuevamente; como no es posible nombrar un candidato que no visite de nuevo a los académicos, no creo, por lo tanto, que se le nombre a él.
Abrió el balcón del despacho de par en par. Ya había salido la luna, que parecía ir rodando sobre el tejado de enfrente. La calle estaba desierta, la noche fresca; se respiraba bien; los rayos pálidos de la luna y los soplos suaves del aire le parecieron caricias. «¡Qué cosas tan nuevas, o mejor tan antiguas, tan antiguas y tan olvidadas estaba sintiendo! Oh, para él no era nuevo, no, sentir oprimido el pecho al mirar la luna, al escuchar los silencios de la noche; así había él empezado a ponerse enfermucho, allá en los Jesuitas: pero entonces sus anhelos eran vagos y ahora no; ahora anhelaba... tampoco se atrevía a pedir claridad y precisión a sus deseos.... Pero ya no eran tristezas místicas, ansiedades de filósofo atado a un teólogo lo que le angustiaba y producía aquel dulce dolor que parecía una perezosa dilatación de las fibras más hondas...». La sonrisa de la Regenta se le presentó unida a la boca, a las mejillas, a los ojos que la dieran vida... y recordó una a una todas las veces que le había sonreído. En los libros aquello se llamaba estar enamorado platónicamente; pero él no creía en palabras. No; estaba seguro que aquello no era amor. El mundo entero, y su madre con todo el mundo, pensaban groseramente al calificar de pecaminosa aquella amistad inocente. ¡Si sabría él lo que era bueno y lo que era malo! Su madre le quería mucho, a ella se lo debía todo, ya se sabe, pero... no sabía ella sentir con suavidad, no entendía de afectos finos, sublimes... había que perdonarla. Sí, pero él necesitaba amor más blando que el de doña Paula... más íntimo, de más fácil comunión por razón de la edad, de la educación, de los gustos...
Estos son hechos que la crítica apasionada del Facundo ha perdido de vista también, y de los cuales no es posible prescindir si se desea calificar desapasionadamente este libro. Acostumbraba Sarmiento en su vejez visitar nuestro cementerio de la Recoleta el día de Difuntos. Es uno de sus más bellos artículos el que refirió en El Debate su visita de 1885.
Es claro también que, al escribirse hoy una historia de cualquiera literatura especial, se piden á su autor requisitos poco comunes, y entre ellos una extensión de conocimientos, que demandan mucho tiempo y mucho trabajo, ya que siempre es conveniente hacer continuas excursiones en el campo de otras literaturas extrañas, para comparar y calificar las producciones similares y su valor relativo.
Palabra del Dia
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