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Actualizado: 29 de mayo de 2025
La adversa fortuna de Don Bernardo de Cabrera. Las mocedades de Bernardo del Carpio. Púsoseme el Sol, salióme la Luna. El cerco del peñón de Luis Belez de Guevara. El cautivo venturoso, de Francisco de Barrientos. Un gusto trae mil disgustos, de Montalván. El hombre de mayor fama, de Mira de Mescua.
Y el ataúd abierto, que aguardaba para recibir al rey, estaba allí junto a su cama para que el rey le contemplase. Tremendos son los pormenores de aquella lenta agonía, relatados por el Sr. Danvila, así como por Cabrera de Córdoba y por otros historiadores. Baste aquí lo expuesto en resumen. D. Cristóbal de Moura, hasta que el rey exhaló su último suspiro, gozó de su plena confianza.
Hirió de muerte aquella dolencia á don Gaspar Esteban Murillo, que falleció el día 1.º de Mayo del mismo año de 1709, dejando sus bienes al Hospital llamado de Los Venerables, siendo sepultado el hijo del gran pintor en la nave de San Pablo de la Catedral, y colocándose sobre su sepulcro una inscripción latina, que, según la traducción castellana que da González de León, dice: ==«H. S. E.==D. Gaspar Esteban Murillo y Cabrera, Canónigo de esta santa iglesia Metropolitana y Patriarcal, varón de buenas costumbres, modesto y dotado de un alma apta para toda piedad.
Decían unos que había sido granuja del mercadal, otros que empezó de lacayo de un banquero y luego fué cobrador de letras y zurupeto, otros que había sido soldado de Cabrera en la primera guerra civil, y que el origen de su fortuna estuvo en una maleta llena de onzas de oro que robó a un viajero.
Al sentarse frente a él, Andrés observó que la luz del velón hería de lleno cierto cuadro que colgaba de la pared, representando un militar a caballo. ¿Qué general es ése, tío? preguntó, dando por supuesto que era un general. D. Ramón Cabrera dijo el cura ahuecando la voz. ¿No le conoces por su mirada de águila?
Garay quitó la cruz de aquel asiento, Dó quedó por Cabrera levantada, Que sabe que es su intento y fundamento Dejar la posesion allì tomada. Con esto, él y su gente con contento Se vuelven
Agora que lo estoy aquí escribiendo Me admiro, como nunca castigado Aqueste caso fué, atroz y horrendo, Y el gran levantamiento confirmado. En mi tiempo yo ví se recelaba El pueblo del castigo que esperaba. Venegas y Cabrera, pues, al preso Llevaron á Castilla, y lo entregaron Al Consejo Real con gran proceso, Y causas, que á su gusto fulminaron.
Como brillaban las lentejuelas de algunos abanicos, así relucían los conceptos uno tras otro... El verano se anticipaba aquel año y sería muy cruel... Los generales habían llegado a Canarias... Prim estaba en Vichy... La Reina iría a la Granja y después a Lequeitio... Se empezaban a llevar las colas algo recogidas, y para baños las colas estaban ya proscritas... González Bravo estaba malo del estómago... Cabrera había ido a ver al Niño terso...
Antón Francesco Cirni Corso escribió una muy de atender, por la circunstancia de hallarse en contacto con el Capitán general y conocer las providencias del Consejo de guerra . Más concisa, pero mereciendo también la fe de testimonio presencial, es de citar la de M. T. de Carrelières, Capitán de una compañía de franceses, relacionado con el gran Maestre de San Juan ; de las varias que circulaban formó la suya Alonso de Ulloa , trasladándola después al italiano con agregación de otras campañas , y acaso también sirvieran al genovés Foglietta , teniéndose en cuenta al redactar historias generales del reinado, tales como las de Antonio de Herrera y Luis Cabrera de Córdova , pues que lo esencial de la jornada se encuentra en ellas.
Navegamos un mes, y llegamos á Santa Catalina, donde estaba la nave que buscabamos, con el capitan Alonso Cabrera y su gente, con la cual nos regocijamos mucho, y estuvimos dos meses con ella.
Palabra del Dia
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