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Actualizado: 14 de junio de 2025
El que ha participado una sola vez de las comodidades de un barco de vapor, apenas concibe exista uno solo de vela. Eso de pasar un día y otro día, y otro, y otro, sin adelantar un cable, sin que haya cálculo posible, ni conjetura racional respecto á la llegada y á la marcha, es insufrible. Los calmazos de los equinoccios constituyen la mayor de las contrariedades de los barcos de vela.
Las tres anclas están ya en el centro del buque, con veinte pies de cable cada una y sólidamente amarradas al palo mayor, con cuatro buenos marineros á cargo de cada ancla. Según vuestras órdenes, diez hombres distribuídos á lo largo de la cubierta, con pellejos llenos de agua, cuidarán de apagar todo fuego que puedan producir las flechas incendiarias si las usan esos bandidos.
Luego continuaba leyendo la historia de una dinastía de toros, todos con nombre propio y un número romano á continuación, lo mismo que los reyes; animales adquiridos en las grandes ferias de Inglaterra por el testarudo estanciero. Nunca había estado allá, pero empleaba el cable para batirse á libras esterlinas con los propietarios británicos deseosos de conservar á su patria tales portentos.
Un pequeño alejamiento del avión, que tenía la forma y los colores de un lagarto alado, estrechó en torno del cuello de Edwin el cable metálico. Bajando sus ojos pudo examinarlo de cerca. Parecía hecho de un platino flexible y era inútil todo intento de romperlo.
A las once estaban los náufragos a sólo tres millas de la costa de Nueva Guinea; pero tenían la primera piragua media milla detrás de ellos y la segunda poco más de una. ¡Veo un río! exclamó Hans. ¿Cerca? preguntó el Capitán, que no podía verlo por estar de espaldas a la costa. Sí, tío; ahí enfrente de nosotros. Lleva hacia él la chalupa. ¿Es ancho? Tendrá algo más de un cable.
Silbaba desde abajo para que los trabajadores hiciesen descender el cable, y sentándose en uno de los platos más pequeños empleados en el servicio, subía sin fatiga hasta la gran planicie donde apoyaba sus codos el gigante amigo.
25 Porque más fácil cosa es entrar un cable por el ojo de una aguja, que un rico entrar al Reino de Dios. 26 Y los que lo oían, dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo? 27 Y él les dijo: Lo que es imposible para con los hombres, posible es para Dios. 28 Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido.
Este adversario resultaba más temible que todas las muchedumbres aporreadas y perseguidas por él en las calles de la capital. Cuando se consideraba libre para siempre de los pigmeos, era su prisionero y sólo podía esperar la muerte. Asomó cautelosamente su cabeza por las bordas de la embarcación, pronto á retirarla antes de que un nuevo cable viniera á enroscarse en su cuello.
Entonces, aquel hombre de hierro, que vio a la diezmada tripulación temblar ante la horrible obediencia, volvióse a su hijo, único que le quedaba, ídolo de su corazón y esperanza última de una gran familia, y díjole tan sólo: Señor guardia marina... A usted le toca. El niño, con el hacha entre los dientes, trepó hasta la cofa, y porque la Virgen María le ayudó, cortó el cable...
Pero el rostro de la niña al hacerlo empalideció, dió unos pasos atrás como si estuviese mareada y se dejó caer sobre un cable enrollado; tapóse los ojos con las manos y comenzó á sollozar fuertemente. Quedaron estupefactos todos. Hubo unos momentos de silencio. Varios acudieron al fin solícitos preguntándole: ¿Qué te pasa, Mercedes? ¿Te has puesto mala? ¿Qué te pasa, hija, qué te pasa?
Palabra del Dia
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