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Actualizado: 2 de junio de 2025
Posteriormente traté un indio muy ladino, y práctico de aquellos vastísimos terrenos, llamado José Yati, el que me desengañó, informándome, que el Choelechel era paso respectivamente de las naciones de indios que llevo citadas, pero no de todas, pues habia otros dos caminos por donde venian, y se internaban: el uno caia á las Salinas, de donde se ha proveido de sal Buenos Aires con las carretas; y es transitado de los indios Peguenches, y Aucases, cuyo cacique nombran Guchulap, y el otro, mas al norte y no muy distante de la ciudad de Córdoba, que frecuentan los de nacion Ranqueles.
El color azul, que es el más espiritual, el más puro y el más sublime de los colores, se adaptaba admirablemente al rostro cándido de Marta. El rayo de luz caía sobre él como una caricia del cielo, bañándolo suavemente de una claridad diáfana.
De este modo caía por tierra toda la doctrina del cura Rubín, el cual entendía tanto de amor como de herrar mosquitos. En resumen, que los sentimientos de la prójima hacia su marido futuro no habían cambiado en nada.
Hay que advertir que Tristán sentía particular predilección por esta metáfora de la venda y que solía emplearla con bastante frecuencia. En cuanto cualquier persona de su conocimiento no satisfacía todas sus pretensiones y hasta sus caprichos, era sabido, «le caía la venda de los ojos».
Era una niña encantadora, que se reía hasta desternillarse cuando caía cualquier objeto al suelo, y decía ya papá y mamá correctamente y con propiedad. Al mismo tiempo demostraba felices y excepcionales disposiciones para la música clásica.
En aquel instante Mesía notó que la cabeza de Ana caía sobre la limpia y tersa pechera que envidiaba Trabuco. Se detuvo el buen mozo, miró a la Regenta inclinando el rostro y vio que estaba desmayada. Tenía dos lágrimas en las mejillas pálidas, otras dos habían caído sobre la tela almidonada de la pechera. Alarma general.
A su parecer no respiraba; el oído y la vista daban de rato en rato alguna impresión fugaz de la vida exterior; pero estas impresiones eran como algo que pasaba, siempre de izquierda a derecha. Creyó ver a Segunda y oírla hablar con Encarnación; pero hablaban a la carrera, como seres endemoniados, pasando y perdiéndose en un término vago que caía hacia la mano derecha.
Cuando me vi en salvo, he aquí lo que observé y cómo me dí cuenta de todo lo ocurrido en tan poco tiempo. El terraplén se había hundido hacia la izquierda; la locomotora volcó por allí, encorvando el rail sobre que gravitaba; pero, como marchaba al mismo tiempo que caía, se encontró con el rail siguiente, que atravesó la caldera de parte á parte.
Durante el día, los tratamientos variaban entre hija e hijita, entre tú y usted, entre madamita y madama, según la edad de la gringa, como él la llamaba cuando la compradora no caía en sus redes.
Vestía este caballero casi casi como un figurín. Daba gozo ver su extraordinaria pulcritud. Su ropa tenía la virtud de no ajarse ni empolvarse nunca y le caía sobre el cuerpo como pintada.
Palabra del Dia
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