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Actualizado: 8 de junio de 2025
Unidos ambos lados, dice así: «En el nombre de Dios clemente y misericordioso: dése alabanza á Dios que nos dirigió á esto, á que no podríamos por nosotros ser dirigidos si no nos hubiera dirigido Dios, á cuyo fin vinieron á nosotros los legados de nuestro Señor con la verdad. Solo Dios lo sabe.
El drama, que lleva el nombre de Quien no cae no se levanta, en cuyo primer acto se desarrolla una intriga amorosa algo libre, toma después carácter religioso. Margarita, hija de un rico florentino, ha llevado una vida licenciosa, y promovido, entre los muchos amantes á quienes ha dispensado sus favores, asesinatos y desastres mortales.
Thiers tenía en la cabeza, y por necesidad formaban con sus piernas un ángulo recto, cuyo vértice se acercaba á la cara del observador, el cual, con risas y palmadas, aplaudía la desenvoltura, reclamando la repetición.»
Fernando V llamado el Católico, empeñado en guerras para cuyo sustento no bastaban sus pequeñisimas rentas, discurrió el arbitrio de establecer en estos reinos el tribunal de la Fe para enriquecer su erario con las confiscaciones. Para la guerra de Granada pidió dineros á varios judíos, ofreciendo pagarlos cuando conquistase á aquella ciudad.
La santidad del lugar y del día debió aconsejarles representar las sagradas historias, á cuyo recuerdo se destinaba esta fiesta, en vez de sucesos profanos, y de esta manera los gérmenes del drama, que vimos apuntar en los ritos de las más antiguas festividades cristianas, se desarrollaron sin obstáculo para figurar en la escena.
«Por ese descaro le hubiera dicho ella , por ese cinismo con que tú hablas de señoras, cuyo zapato no mereces descalzar, se te debía arrancar esa lengua de víbora y luego azotarte públicamente por las calles, desnuda de medio cuerpo arriba, así, así, así...». En su mente, le daba los azotes y la ponía en carne viva.
Miles de carneros llamados por los pastores y hostigados por los perros, cuyo galopar confuso y alentar jadeante se perciben, amontónanse con prisa, medrosos e indisciplinados, hacia los apriscos.
Atado además de sutilísima cadenilla, pendiente de un brazalete, llevaba esta señorita, para colmo de distinción caprichosa y rara, un magnífico escarabajo vivo, que se le paseaba por el brazo, el talle y la desnuda garganta y cuyo refulgente color verde oscuro le hacía parecer animada esmeralda. La mamá nada tenía de extraño en su tocado y vestido.
En la conjuración se había guardado profundo secreto. Nada sospechaba Abdul ben Hixen. La mayoría de su gente de armas, aunque era de muslimes, discurría por la ciudad, sin cautela ni reparo y se divertía en la fiesta, requebrando a las mozas y retozando también con ellas. El sultán, no obstante, se hallaba encastillado en la fortaleza, en cuyo centro se levantaba el regio alcázar.
Arco hubo en esa fiesta cuyo valor se estimó en más de doscientos mil pesos, tal era la profusión de alhajas y piezas de oro y plata que lo adornaban. La calle de Mercaderes lució por pavimento barras de plata, que representaban más de dos millones de ducados. ¡Viva el lujo y quien lo trujo!
Palabra del Dia
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