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Actualizado: 13 de junio de 2025


Suelten ustedes a esa joven, secuestradores proseguía yo, agitando el revólver . Para que ustedes la encierren en la prisión, tendrán que pasar sobre mi cadáver. No grite usted tanto, buen hombre dijo el tenedor con rabioso acento. ¡Ah! ¿No quieren ustedes que se sepa? exclamé con voz campanuda de cómico de la lengua . ¡Pues yo ! Quiero desenmascarar a los canallas.

Pero el que tiene un defecto físico o intelectual no hace gala de él, antes procura remediarlo; y el pobre que se resigna con su suerte y no busca hacerse rico, sea como sea, a las buenas o las malas, es un cobarde o un inútil, y no puede convertir su vileza en un mérito. Ojeda acogió con aspavientos de cómico terror estas palabras.

El decoro en las comedias es como el gobernalle en la nao, el cual el buen cómico siempre debe traer ante los ojos.

Pero al fin, consolémonos de nuestro aislamiento en el rincón occidental, reconociendo en familia que nuestro arte de la naturalidad con su feliz concierto entre lo serio y lo cómico responde mejor que el francés a la verdad humana; que las crudezas descriptivas pierden toda repugnancia bajo la máscara burlesca empleada por Quevedo, y que los profundos estudios psicológicos pueden llegar a la mayor perfección con los granos de sal española que escritores como D. Juan Valera saben poner hasta en las más hondas disertaciones sobre cosa mística y ascética.

Este gracioso protagonista de la comedia, es uno de los más notables y divertidos de los infinitos de su clase que existen en el teatro español, y todas las escenas en que se presenta son de un cómico incomparable.

Se acabaron los sexos; nadie tiene piedad de nadie; la sed de gloria lo envenena todo. El encono llega al extremo de que el actor cómico, por ejemplo, diga un chiste que no estaba en su papel, ó deja caer una silla ó haga algo hilarante y grotesco, sin otro propósito que el de distraer al público para que no aplauda á otro actor que «se había preparado» un mutis magistral...

Hasta la rudeza campesina de algunos accidentes presta a la representación de que hablo candoroso hechizo. Acaso había accidentes o episodios en dicha representación en que lo sagrado y lo profano, lo serio y lo chistoso y lo trágico y lo cómico desentonaban algo.

Como sigas así gritaba el buen comerciante, escandalizado , te pongo en la puerta y... ¡buen viaje! Me has engañado. sirves para cómico, y a no me gustan farsas. Merchorico, por última vez lo digo. El año que viene entras en quinta; o sientas esa cabeza o te abandono, y el demonio que se encargue de tu suerte.

¿Qué tiene usted que mandarme? Vengo a pedirle un favor... ¡Cómo me gustan sus artículos de usted! Es claro... Si usted me necesita... Un favor de que depende mi vida acaso... ¡Soy un apasionado, un amigo de usted! Por supuesto... siendo el favor de tanto interés para usted... Yo soy un joven... Lo presumo. Que quiero ser cómico, y dedicarme al teatro... ¿Al teatro?

Don Luis, en medio de su mortificación y mal humor, se reía de lo cómico del recuerdo; hallaba que no faltarían en España filósofos que adoptarían de buena gana el método persiano; y si él no le adoptaba también, no era a la verdad por miedo del chirlo, sino por consideraciones de mayor valor y nobleza. Acudían, por último, mejores pensamientos a su alma y le consolaban un poco.

Palabra del Dia

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