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Actualizado: 16 de julio de 2025
Y esta breve contestación, llena de espiritualidad y de delicadeza, retrata toda el alma de la actriz famosa; alma rebelde, paradójica, elegante, irónica, cínica y sentimental á la vez, como la de Richelieu ó la del duque de Lauzun, y que parece una síntesis ó evaporación del gran espíritu adorable de París.
Tampoco esta cínica replica alteró a la bella, que en el mismo tono de mal humor dijo: Ya lo creo. Y cuantos más años tengas, más caros te irán saliendo.... Dame un cigarro. El duque sacó la petaca. No traigo más que tabacos. No quiero eso.... Ahí, sobre ese chisme de escribir, debe de haber. Tráeme.
Imaginábame a Henzar con la espada en una mano, la llave en la otra y en los labios su cínica sonrisa, pero no conocía con certeza sus designios. Pronto salí de dudas.
Y cuando ese autor es un novelista de primer orden, un pintor de costumbres como ha visto pocos nuestra Península desde Cervantes acá, un hombre de agudo ingenio, rico de observación, y en donaires y gracias de decir excelente, natural es que emplee el método fisiológico contra los fisiólogos, y que, convirtiendo la defensa en ataque, en vez de vindicar directamente el matrimonio, ponga y clave en la picota de la sátira a la cínica e infame soltería, que dice Jovellanos.
De todas maneras, aquello era una atrocidad preñada de peligros, de inconvenientes, de futuros males... y de males presentes. Con Minghetti jamás hablaba de lo que se le venía encima. Era un tema de que huían los dos en sus conversaciones. El barítono estaba contrariado, sin duda alguna. Sentía despecho, que le hacía sonreír con cínica amargura; se sentía metido en una atmósfera de ridículo.
Arranqué aquel amor de mi pecho como una planta venenosa y desconfié para siempre de los ángeles rubios que conservan en su mirar azul el reflejo de los cielos que atravesaron. Desde lo alto de mi oro, arrojé sobre la inocencia, el pudor, y otras idealizaciones funestas, la diabólica carcajada de Mefistófeles y organicé fríamente una existencia animal, grandiosa y cínica.
Ya veis cómo para acabar con el liberalismo, hay que acabar con ellos. Esto lo dijo con una resolución tan cínica y tan descarada veracidad, que el mismo Doctrino, que era un infame, sintió cierta repugnancia. Pues bien continuó Coletilla: toda la execración del atentado caerá sobre los liberales exaltados, que son los que lo perpetran; el golpe va á herir directamente al liberalismo.
Ramiro se le fue aficionando por la cínica destreza con que vencía o esquivaba las mayores dificultades, y, al despedir ahora a toda la servidumbre, quiso conservar a Pablillos, que, con el escudero y Casilda, eran los últimos puntales de su decadencia. Oyose rumor de pasos en la galería. Alguien golpeó la puerta con los nudillos. Entrad dijo Ramiro. Y los genoveses se presentaron.
Manos Duras quedó pensativo, añadiendo luego con una sonrisa cínica: No he querido quedarme ahí dentro, porque vos comprenderás, hermano, que es muy expuesto estar á solas con una buena moza así... Te diré que hay otra que me gusta más, y espero verla muy pronto.
Ciertamente es una demostración de mi naturaleza cínica e inmoral; pero la verdad ante todo. La mayoría de los hombres se sienten muy orgullosos de su constancia, de la permanencia de sus propósitos. Son consecuentes como el acero de una brújula rota o enmohecida, y esto les parece una gran virtud. Saben adónde van, de dónde vienen. Cada paso en el camino de la vida lo llevan contado y calculado.
Palabra del Dia
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