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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Viudo el padre del futuro poeta, trasladóse á Logroño llevándose consigo á sus hijos, y Juan, en edad conveniente, comenzó sus estudios, cursando el latín y siendo enviado más tarde á Salamanca, donde estudió cánones y leyes, y donde se graduó al fin de doctor.
Sería asunto de algunos cañonazos bien dirigidos." Pero el Estado francés no presta sus cañones á los particulares, aunque sea para bombardearse en familia, y Clementina tuvo que resignarse á ver la casa maldita que se levantaba á lo lejos, punto blanco en el horizonte verdoso de los bosques.
Y se perdieron entre la multitud de hombres uniformados, caballos y cañones. Y su recuerdo se perdió igualmente en la memoria de todos los que una semana antes comentaban sus palabras y gestos.
Y nuestras abuelas no sentían los estremecimientos que produce el aire al calar nuestros huesos. El diablo de la moda las hacía resistentes al frío, al viento colado, a la intemperie; porque el diablo, junto con un traje para congelarnos, nos da la calefacción del orgullo, de la satisfacción, del íntimo contentamiento de ir peripuestas con arreglo a los últimos cánones y pragmáticas del lujo.
Los jefes, embriagados por el estrépito, daban sus órdenes á gritos, agitaban los brazos paseando por detrás de las piezas. Los cañones se deslizaban sobre las cureñas inmóviles, avanzando y retrocediendo como pistolas automáticas. Cada disparo arrojaba la cápsula vacía, introduciendo al punto un nuevo proyectil en la recámara humeante.
Felizmente, esta vez ya no tenía el mando ni la responsabilidad. Las cuatro baterías ejecutaban evoluciones de conjunto. Veíase girar en todos sentidos a aquella enorme masa de hombres, caballos, cañones, ora desplegada en una sola línea de batalla, ora reunida en un grupo compacto, todo se detenía al mismo tiempo, de un solo golpe, sobre toda la extensión del polígono.
Á nuestro joven, no obstante, aquel débil murmullo le atronaba los oídos como el estampido de cien cañones, á juzgar por el susto y espanto pintados en sus ojos. La sangre iba huyendo á toda prisa de su rostro, dejándole cada vez más pálido, hasta ponerse lívido. Tuvo necesidad de cogerse al árbol para no caer. Al cabo de pocos minutos ya no escuchaba.
Después, se puso derecho, y mirando alrededor, con las cejas fruncidas y en tono sentencioso, dijo: Ya están todos despachados; los cañones son nuestros.
Bostezaba en la Ópera, ganaba y perdía sin emoción grandes sumas al juego y no estaba contento más que sentado en el pescante de su mail, guiando cuatro caballos del Kentuki, ó á bordo de su yate de mil doscientas toneladas, un verdadero transatlántico tripulado por sesenta hombres y armado de seis cañones, con los cuales hubiera podido defenderse, pero que no le servían más que para saludar á los puertos.
Mas tambien le preguntó dicho capitan al citado indio, que de qué armas usaban aquellos españoles? Y respondió, que tenian cañones de artilleria muy grandes, y que tenian bastantes. Y preguntándole asimismo de qué vestuario usaban? Respondió, que de paño. Y preguntándole, que como, ó de que se mantenian allí dichos españoles?
Palabra del Dia
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