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Todos los autos sacramentales tienen de común su relación estrecha con el objeto de la festividad del Corpus, que es el Sacramento del Altar, lo cual se manifiesta casi siempre á su conclusión, en que aparece el Cáliz ó el Cuerpo del Señor. No se dividen en actos, y el tiempo de su representación excede algo al de una jornada de las comedias.

4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y de grana, y dorada con oro, y adornada de piedras preciosas y de perlas, teniendo un cáliz de oro en su mano lleno de abominaciones y de la suciedad de su fornicación; 5 y en su frente un nombre escrito: MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.

Pensó en las palabras de Dostojewsky, que hasta ese momento no había comprendido: "Nada hay más bello y que fortalezca más en la vida, que un puro recuerdo". Nébel lo había guardado, ese recuerdo sin mancha, pureza inmaculada de sus dieciocho años, y que ahora estaba allí, enfangado hasta el cáliz sobre una cama de sirvienta... Sintió entonces sobre su cuello dos lágrimas pesadas, silenciosas.

Ahora, la lucha ha terminado, la madre ha vencido en a la esposa y vaciará el cáliz hasta el fondo. ¡Ah! es un martirio horrible descender así al abismo de la degradación, aunque ello sea para defender a nuestra hija, el gaje de nuestro amor. Marta se puso de repente en pie como si algún golpe violento la hubiese herido y escuchó palideciendo... Le parecía haber oído un ruido en el corredor.

En pos de la Cena, y precedida también de mucha gente, había de salir la Oración del Huerto, donde Cristo ora de rodillas; un ángel que quiere estar en el aire, pero que se apoya en el ramaje de un olivo, ofrece a Cristo el cáliz de la amargura, y los discípulos yacen por tierra dormidos.

Alzóse hasta las cumbres Del alto Chimborazo, Y allí con fuerte brazo Tu corazon clavó; Y cual en noble túmulo Brilla la urna de oro, La urna de nuestro lloro Allí vierte esplendor. Torrente de dolores Por Dios atesorado, Cual dictamo sagrado Que destiló el amor! ¡Oh corazon que fuiste El cáliz de amarguras, A las espadas duras el templo del honor!

Sobre el lecho de agonía Cayó, como flor tronchada Por el viento deshojada, Y su frescura perdió; Y cual se exhala el perfume Del cáliz de lirio hermoso, De su cuerpo primoroso Su alma angélica voló. Antes de cerrar sus ojos Y dar el último aliento, Con blando y lloroso acento A su lado me llamó: Su bello rostro cubría La palidez de la muerte, Y con mano casi inerte Dos pensamientos me dió.

Al salir la misa lo anuncian los indios en la puerta de la iglesia, del umbral para adentro, con toque de cajas y trompetas, para lo que nunca faltan seis u ocho en esta ocupación, causando tal estrépito que aturden a cuantos hay en la iglesia, repitiendo lo mismo al tiempo del evangelio, al Sanctus, a la elevación de hostia y cáliz, a la segunda elevación y al último evangelio.

Brotaron de las rocas sus gotas de cristal y cáliz son las rocas en el que lentamente cayendo van las lágrimas de un llanto universal. La escarcha se desprende cual lágrimas de frío; lloran de la neblina los impalpables lutos; son lágrimas del alba las gotas de rocío y los arbustos lloran las mieles de sus frutos.

En un armario reposan antiguas casullas, bernegales con coronas de oro abiertas sobre el cristal, un cáliz con un blasón en el pie y una leyenda que dice: Se izo en 24 de Agosto de 1714. Del Dr. Pedro Ruiz y Miralles. Junto a la cochera está el aljibe, ancho, cuadrado, con una bóveda que se hincha a flor de tierra.