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Actualizado: 14 de julio de 2025
Con los ojos fijos en el suelo, sin quejarse ya, Sabel permanecía parada, y su mano derecha tentaba suavemente su hombro izquierdo, en el cual debía tener alguna dolorosa contusión. En voz baja y lastimera, pero con suma energía, pronunció sin mirar al señorito: Busque quien le haga la cena..., y quien esté aquí.... Yo me voy, me voy, me voy, me voy....
15 y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: 16 Después de esto volveré y restauraré el tabernáculo de David, que estaba caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar; 17 para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es llamado mi nombre, dice el Señor, que hace todas estas cosas.
De necesidad parece creer que al verse el hombre solo en el mundo, blanco inocente de la intemperie y de toda especie de carencias, trate de unir sus esfuerzos a los de su semejante para luchar contra sus enemigos, de los cuales el peor es la naturaleza entera; es decir, el que no puede evitar, el que por todas partes le rodea; que busque a su hermano que así se llaman los hombres unos a otros por burla sin duda, para pedirle su auxilio: de aquí podría deducirse que la sociedad es un cambio mutuo de servicios recíprocos.
Como soy el diablo y aun he sido duende, busqué ocasión de echar una ojeada por el agujero de una cerradura. Su señoría estaba echando un cigarrito al brasero, y con una charada del Correo entre manos que le debía costar trabajo el acertar. Es imposible verlo hoy dije a mi compañero, su señoría está en efecto ocupadísimo.
Escúcheme, repitió ella con modo afectuoso, casi tierno, yo no merezco su cariño... Yo, Muñoz... Ah, esta será la escenita romántica, interrumpió él con una sonrisa de sarcasmo. Yo no puedo querer, ahí está toda la complicación, todo lo indescifrable. No busque otra causa. No es verdad que yo quiera a otro... ¡No es verdad que quiere a Julio! No, no, continuó ella cada vez más agitada.
Al oír esto, Feijoo se mostraba benévolamente incrédulo y decía: «Pidámosle a Dios que no te busque, por si acaso; que a Segura llevan preso». Vivían retiradamente, y no se presentaban juntos en ninguna parte. La calaverada de Feijoo no fue descubierta por sus amigos más sagaces; Fortunata no daba que hablar a nadie, y la familia de su marido creía que había desaparecido de Madrid.
Una voz lenta, ronca, mate, que no parecía haber sonado en el despacho, voz de ventrílocuo, preguntó: ¿Y tú, qué piensas hacer... ahora? ¿Yo?... dejar aquella casa, señor... «¿No quiere ser franco? pensó Petra pues que padezca; él vendrá a buscarme donde quiero que me busque». Dejar aquella casa repitió ¿qué he de hacer?
4 [Dálet] Busqué al SE
No es extraño, pues, que busque yo como vos, en apartadas regiones, un alma que simpatice con la mía, aunque sea sólo por sentirse atormentada de la misma dolencia. No acierto a explicarme el fin que pueda tener yo enviándoos estos renglones y hasta enviándoos mi retrato. Lo hago sin propósito, fatal e irreflexivamente.
Pero con esta desdichada, que no es aventurera, ni perdida, ni soltera de nadie, ni viuda de todos, ni siquiera señora..., ¿qué hago? ¡Maldita sea la hora en que la busqué! No, eso no...; no vengamos ahora con exageraciones: lo malo es tener que dejarla, porque... bonita... ¡como ninguna! Y ¿qué haré? ¡Cuando digo que este problema de quedar bien es en ciertos casos imposible de resolver!
Palabra del Dia
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