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Actualizado: 11 de junio de 2025
Los extranjeros toman parte en favor de la civilización americana, y durante tres años burlan en Montevideo su poder y muestran a toda la República que no es invencible Rosas, y que aun puede lucharse contra él.
Algunos viajeros, al pasar por delante de los monumentos consagrados á la memoria de Guillermo Tell, se burlan de los Suizos y califican de fábula todo lo que se refiere á la leyenda heróica del libertador de los Tres-Cantones; y por mucho que se haya dicho en comprobacion, es general la opinion de que aquel personaje no existió. Los Suizos se ofenden mucho de eso, y tienen razón.
Y como a mí nada me cuesta dar gusto, me mostré asombrado. «Pero señora, ese hombre es Leonardo: el gran Leonardo de Vinci». Y mis palabras han tenido un éxito loco, pues cuando el doctor Zurita y otros argentinos socarrones se burlan del abate y dicen que es un vivo que va a Buenos Aires en busca de plata, las damas de su familia se indignan y me sacan a colación como argumento decisivo: «Es Leonardo, el que pintó La Cena: Leonardo de Vinci.
«...Si viene por Canzana díganle que no lo olvido ni lo olvidaré mientras viva... Pues, madre, sabrá cómo estas maestras son buenas para mí y la directora también, pero las niñas me provocan mucho. Todas son más pequeñas que yo y á pesar de eso todas se burlan de mí. Me llaman aldeana, me pintan en los cuadernos de escritura con saya corta y con dengue y me ponen una azada en la mano.
Si se me escapa una palabra al uso de esa tierra, al instante sueltan la carcajada y la repiten todas á un tiempo y en muchos días no me llaman por otro nombre. Sobre todo se burlan de mis manos porque son grandes y duras, y cuando me las tocan se ponen á gritar como si se pincharan. No sabe, madre, la broma que gastan estas niñas con mis pobres manos.
Tirso es como un encantador, que sabe tomar las formas más opuestas. Cuando creemos conocer perfectamente los rasgos de su fisonomía, nos muestra en seguida otros completamente diversos. Son tan ricos los brillantes colores de su poesía, que se burlan de todos los esfuerzos posibles para expresarlos y reproducirlos debidamente.
Mujeres hay asimismo no menos aficionadas a que todo se sepa, particularmente cuando son pretendidas y desdeñan y burlan a los pretendientes. Y muchas, cuando los pretendientes son muy estimados y famosos, aun echando a rodar todo respeto, con tal de hacer rabiar a las abandonadas rivales, dan, como suele decirse, un cuarto al pregonero, para que pregone y divulgue su fragilidad y sus amoríos.
Con la ojeada investigadora y penetrante, con la comprensión viva y con el tino exacto de las españolas, diez minutos le bastaron para observar y juzgarlo todo. «Ya estoy decía en sus adentros y dándose cuenta de sus observaciones . La condesa es buena y desea que me luzca. Las jóvenes elegantes se burlan de mí y de mi compostura, que debe ser espantosa.
Ayúdame, Gabrielillo decía el sacerdote con expresión angustiosa . Si tú no pones orden, esto acabará muy mal. Se me burlan, hasta insultan a mi pobre sobrina, y un día echaré a la calle la mitad de la gente de las Claverías, pues tengo facultades de Su Eminencia para todo... ¡Ay, Señor! Yo no sé qué ha pasado aquí.
Lo miman a uno, se burlan de uno, lo amuelan todo el santo día.
Palabra del Dia
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