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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Encerrose en su laboratorio; se colocó delante de un espejo con todos los instrumentos necesarios al alcance de la mano. Y tomando la barrena fatal, comenzó a horadarse la frente. La mucha sangre que brotaba le cegó. En vano se la enjugó una y otra vez: necesitaba tener los ojos cerrados, lo cual hacía inútil la operación. Además, cuando la barrena tocó en el hueso, el dolor se hizo irresistible.

Ambos callaban; pero la emoción de Maxi era más viva y difícil de dominar que la de su amigo. Y al poco rato, un llanto tranquilo, expresión de dolor verdadero y sin esperanza de remedio, brotaba de sus ojos en raudal que parecía inagotable. «Son las lágrimas de toda mi vida pudo decir a su amigo , las que derramo ahora... Todas mis penas me están saliendo por los ojos».

Esto lo dijo bastante alto para que lo oyese el sereno, que daba vuelta a la esquina. El borracho sintió en los ojos la claridad viva y desvergonzada de un ángulo de luz que brotaba de la linterna de Pepe, su buen amigo. El sereno, aquel Pepe, conoció a don Santos y se acercó sin acelerar el paso.

Sentí, por la primera vez, que brotaba de todas partes una atmósfera de soledad y separación del resto del mundo; un ambiente de misterio, esencia viviente de lo que es aquel lugar, fácil de destruir ¡ay! pero que todas las cosas la exhalan aún porque están impregnadas de él: ciertamente, es el alma agonizante de la en un tiempo brillante Toscana.

Sígueme, vén, pues que el Señor, clemente, en el fuego de amor unirnos quiso, y el arduo monte, el mugidor torrente, el dulce valle y la sonora fuente serán nuestro encantado paraíso. Y anhelante calló. La contemplaba muriendo de ansiedad, y cual tesoro que de su amante corazon brotaba sangre del alma, largo resbalaba por sus mejillas pálidas el lloro.

Pero en medio de su frenesí amoroso, un hombre más observador que el conde hubiera notado cierta inquietud, algo triste y siniestro que brotaba á la frente por intervalos en forma de arruga, y á los ojos como relámpagos aciagos. Trascurrió mucho tiempo. Al cabo la institutriz, después de vacilar infinitas veces, se atrevió á preguntarle al oído: ¿Qué piensas hacer después de lo que te han escrito?

El esfuerzo que exigía la cuesta la excitaba; se sentía calenturienta; de sus mejillas, entonces siempre heladas, brotaba fuego, como en lejanos días. Subía con una ansiedad apasionada, como si fuera camino del cielo por la cuesta arriba. Después de un recodo de la senda que seguía, Ana vio de repente nuevo panorama; Loreto quedó invisible.

Al sentimiento de venganza, que brotaba expontaneamente de todos los corazones, quiso Tupac-Amaru hermanar otro que lo afirmase y ennobleciese.

Sus piernas flaqueaban; sus brazos desmayados caían con abandono voluptuoso. Del pecho le brotaba una risa juguetona, que iba afluyendo de su boca, cual arroyo sin fin, y Pacorrito reía y se agarraba con ambas manos á la pared para no caer.

Palabra del Dia

bagani

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