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Actualizado: 11 de mayo de 2025
«Bien dijo Botín, sentándose otra vez y mirándose su pie pequeño como hacía en el Congreso . Ahora póngase usted el vestidito que usaba cuando iba a rezar a la iglesia con tanta devoción. Lo he dado. Yo no guardo pingos». Botín volvió a la alcoba. Tomó de una percha una bata, y ofreciéndola a Isidora con imperturbable frialdad, le dijo: «Póngase usted este».
»Los Salvages, cubiertos de pieles, aullaron como lobos hambrientos con la esperanza del botin durante las disensiones de los hijos de Ismaël: vieron que sobre las orillas del Eufrates se cernia el fatídico cuervo, y que la blanca paloma habia desamparado su antiguo nido, y se imaginaron cebarse en las riquezas y placeres; mas estaba escrito que no sería para ellos la hermosa tierra del azahar y de la oliva, y el pastor del rebaño del Profeta los hizo rodar perniquebrados por las vertientes de sus ásperas montañas .
Los que fueron á despojar los cadáveres i á apresar los bastimentos, municiones i demás botin, hallaban junto al cuerpo del enemigo, el del deudo, el del hermano, el del padre, i en fin el de la persona á quien mas amaban ó á quien mas aborrecian. Esta espantosa refriega acaeció en el año de 711.
Durante dos días, los triboques no cesaron de exterminarlos y, al tercero, volvieron a trepar al Donon, al Schneeberg, al Grosmann, al Giromani y al Hengst cargados con un inmenso botín.
El coronel del ejército de Chile don Manuel Gregorio Quiroga, ex gobernador federal de San Juan y jefe de Estado Mayor del ejército de Quiroga, convencido de que aquel botín de medio millón es sólo para el general, que acaba de dar de bofetadas a un comandante que ha guardado para sí algunos reales de la venta de un pañuelo, concibe el proyecto de sustraer algunas alhajas de valor de las que están amontonadas en el depósito general y resarcirse con ellas de sus sueldos.
Lo que es a Botín no le puede ver». Al decir esto, Relimpio dejaba conocer, al trasluz de su pena, el regocijo de la venganza. ¡Riquín no quería al otro! ¡Oh placer de los dioses!
Y bien sabéis que en la guerra es donde el noble y el bravo hallan hoy no sólo honores, sino riquezas. La recompensa regia, el rico botín y los rescates enormes de esta guerra nos pondrán para siempre al abrigo de todo temor, por lo que á nuestros bienes de fortuna se refiere.
Botín, cubriéndose con su calma egoísta y dando a la disputa un giro tranquilo, que era como los círculos que hace la serpiente, dijo así: «No quiero incomodarme. Veremos quién desaloja... Isidora, he sabido todo lo que ha pasado. No hay que fiarse de precauciones... Esto se acabó... Usted se lo ha ganado... Usted pierde más que yo. Me está usted mareando. Déjeme usted en paz.
Como entraron también irreflexivamente Relimpio y Mariano, Botín hizo un gesto de expulsión, diciendo: «No quiero aquí a nadie». «Con permiso...» balbució D. José. Quedáronse solos los dos amantes. Isidora, viéndose en el trance de hacer frente a la tempestad y aun de provocarla, ofreció el pito a Botín, diciéndole con sorna: «Te he feriado. Toma el pito del Santo».
No llegaban a ciento ochenta, porque más de ciento habían perecido en la batalla. Cargados de riquísimo botín, consolábanse los vivos de la muerte de sus compañeros de armas. Limitado el incendio a la gran cámara, el alcázar dio extraordinarias riquezas a los que, después de Morsamor, le entraron a saco.
Palabra del Dia
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