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Actualizado: 19 de julio de 2025
Alternan en esta bellísima pieza el oro, la plata bruñida y la plata mate, y parece al sol una maravillosa cristalizacion de sal gema, brillantes y oro. Pesa 532 marcos de plata, y para ella contribuyó con 100 marcos el arcediano de Córdoba D. Francisco de Simancas.
Tienen algunos vislumbres de la predicación del apóstol Santo Thomé, que publicó en estas provincias el Evangelio y también tienen alguna confusa noticia de la venida del Redentor al mundo. Creen, por tradición de sus mayores, que en los siglos pasados, una bellísima señora, concibió un hermoso niño sin obra de varón.
Y enjugándose con su finísimo pañuelo una lágrima, que, falsa o verdadera, apareció en sus ojos, dejaba ver al descuido la bellísima flor de lis que traía en el pecho, y una magnífica pulsera de oro, en que con sus gruesos brillantes se leía incrustada la cifra de Isabel II.
Aquella mujer era Josefina. La visita de los Inválidos me deja sin aliento para emprender la descripcion de Santa Genoveva. Esta descripcion será la tarea de otro dia, porque no debo ser mezquino con un monumento tan espléndido. La historia de su orígen es una página bellísima de la historia del hombre, y necesito reposarme un poco.
Era cosa de morirse de abatimiento. Y no obstante, como ella, para hacer frente a un hecho, siempre tenía pronta una idea, amparose de una bellísima, que le valió de mucho para consolarse. ¿Con quién creerá el lector que se comparó? Con María Antonieta en la Conserjería. Era ni más ni menos que una reina injuriada por la canalla.
El hombre, la naturaleza, Dios son el triple objeto de vuestra alma: romped el encanto que os detiene en esta bellísima comarca: quedan aun ciudades, paisages, talleres, monumentos donde podais ver la divinidad creando, la naturaleza obedeciendo á leyes inviolables, la humanidad arrancando el secreto de estas mismas leyes y utilizándolas hoy para surcar los mares, mañana para cruzar el espacio en alas de los vientos, al otro dia para disipar con una sola luz las sombras de la noche.
Testimonio de esto da, en la antigua India, aquella égloga bellísima en que Yayadeva pinta los amores de la gentil pastora Radha y del Dios Crishna, que toma la figura del pastor Govinda para enamorarla: y no menos brillante testimonio da entre nosotros El Cantar de los cantares, donde los terrenales amores de Salomón y de la Sulamita vienen á sublimarse y á convertirse en los de Cristo con la Iglesia, y en los del alma con su Hacedor.
Pues yo deseo más. Yo quiero darte criada y un cuarto mejor, y que vistas como una señora, y vayas al teatro, y algún día la gente te salude, y digan todos: «Ahí va la mujer de Isidro», y hasta en los periódicos se hable de «la bellísima señora de Maltrana». Feli rió como una niña. Pero ¡qué tonto!... ¡Qué cosas tan superficiales deseas! Lo que importa es quererse.
Después nos significaron el deseo que tenían ellos también de hacerse cristianos y fundar una Reducción en que los nuestros los instruyesen en los misterios de la santa ley de Dios. Tenían canoas de bella hechura, y viendo la gana que teníamos, nos ofrecieron una bellísima, que nos trajeron al día siguiente.
Representole quan pequeña gloria Era llevar de aquellos miserables El triunfo infausto, y la cruel vitoria. El dixo: si los hados inmudables No huvieran dado la fatal sentencia Destos en su ignorancia siempre estables. Una brizna no mas de tu presencia Que viera yo, bellisima señora, Fuera de mi rigor la resistencia.
Palabra del Dia
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