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De pocos días a esta parte no se te cae de la mano. ¿Qué prisa tienes? ¿No has venido a Pasajes por ?... Además, observo que estás algo distraído; que siempre cruza tu frente una arruga profunda, signo de graves meditaciones... hasta te encuentro ayer y hoy un poco ojeroso... ¡Vaya, que no traes mal belén con mi fisonomía! dijo él sonriendo: bajo esta sonrisa se traslucía la cólera.

En estos días, el aire, la luz, las cosas, todo me parecía distinto. Había la tradición, en Aguirreche, de armar un gran nacimiento en un cuarto del piso bajo. Una vieja medio loca, la Curriqui, vestida con una falda de flores y una toca blanca, era la encargada de explicar lo que pasaba en Belén.

Las tres señoras de Porreño y Venegas vivían en una humilde casa de la calle de Belén: esta casa constaba de dos pisos altos, y aunque vieja no tenía mal aspecto, gracias á una reciente revocación. No había en la puerta escudo alguno, ni empresa heráldica, ni portero con galones en el zaguán, ni en el patio cuadra de alazanes, ni cochera con carroza nacarada, ni ostentosa litera.

Como quiera que fuese, la Infanta doña Beatriz, acompañada de los embajadores, de su esposo y de gran comitiva de damas y de señores ilustres de la primera nobleza de Portugal, partió al fin de Lisboa para Villafranca de Niza. El Rey, su padre, y la señora Reina fueron embarcados hasta el convento de Belén para despedirla.

18 Y él respondió: Pasamos de Belén de Judá a los lados del monte de Efraín, de donde yo soy; y partí hasta Belén de Judá; y voy a la Casa del SE

Si los Lusitanos, como lo presumo, no acceden á ello, admitiré al rio Igatimì por lindero y por el Igurey del tratado, y desde sus cabeceras trataré de dirigir la línea hácia el norte, hasta hallar las de otro rio que cubran nuestros pueblos de Belen y Concepcion con sus pastos y yerbales, y de que bajemos, demarcando su curso hasta el rio Paraguay.

Un instante después, Belén y la monja cuchichearon, sin duda a propósito de Mauricia a quien miraban. Tenía Belén vara alta con las señoras, por su humildad y devoción y por la diligencia con que iba a contarles cuanto hacían y decían sus compañeras. Era domingo, y a las cuatro toda la comunidad entró en la iglesia donde había ejercicio y sermón.

24 Esto hizo Benaía hijo de Joiada, y fue nombrado entre los tres valientes. 26 Y los valientes de los ejércitos: Asael hermano de Joab, y Elhanan hijo de Dodo de Belén; 27 Samot de Arori, Heles pelonita; 28 Ira hijo de Iques tecoíta, Abiezer anatotita; 29 Sibecai husatita, Ilai ahohíta; 30 Maharai netofatita, Heled hijo de Baana netofatita;

15 Y tres de los treinta principales descendieron a la peña a David, a la cueva de Adulam, estando el campamento de los filisteos en el valle de Rafaim. 16 Y David estaba entonces en la fortaleza, y la guarnición de filisteos estaba en Belén. 17 David deseó entonces, y dijo: ¡Quién me diera a beber de las aguas del pozo de Belén, que está a la puerta!

Pero como la Regenta no estaba en antecedentes sintió el alma en los pies al considerar que aquel hombre con gorro y chaqueta de franela que repartía mandobles desde la cama a la una de la noche, era su marido, la única persona de este mundo que tenía derecho a las caricias de ella, a su amor, a procurarla aquellas delicias que ella suponía en la maternidad, que tanto echaba de menos ahora, con motivo del portal de Belén y otros recuerdos análogos.