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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Es verdad que a ninguno fusila; eso estaba reservado a Rosas, jefe también del partido católico, pero los veja, los humilla, los ultraja, lo que no estorba que todos los viejos y las beatas dirijan sus plegarias al cielo por que dé la victoria a sus armas. Pero la historia de Gutiérrez no concluye aquí. Quince días después recibe orden de salir desterrado con escolta.
Te juro que lo aceptaría... Me estoy volviendo enteramente infantil. ¡Monaguillo en jefe! Y yo encendería las velas, yo quitaría el polvo a las imágenes y las pondría tan guapas; ¡yo charlaría con las beatas...! No lo creerás; pero dentro de mí está naciendo algo que se compagina muy bien con ese oficio humilde». Si eres tú un buenazo.
Pero el capellán de Sarrió no se hallaba penetrado de la intención de su compañero, y si se hallaba, no alteraba gran cosa sus sentimientos. Ateníase al resultado, y éste era triste para él. Antes de la llegada de Gil puede decirse que campaba él sólo entre el bello sexo de Peñascosa y señoreaba sus conciencias. Los demás capellanes no le hacían sombra alguna. Era el niño mimado de las beatas.
Era amiga de algunas beatas de las que tienen un pie en la iglesia y otro en el mundo; estas señoras son las que lo saben todo, a veces aunque no haya nada.
Vas a casa al momento, y dices a Amaranta, que si quiere ver a Inés y aun hablarla, vaya a las Cortes. Ella tiene cédula para la tribuna. ¿Qué dice usted? exclamé con asombro . ¿Que Inés está en las Cortes? Sí, se han plantado en San Felipe las tres niñas beatas. ¿Qué te parece?
En todas partes recibía nuestra virtuosa heroína testimonios inexcusables del gran aprecio con que era mirada, pero muy particularmente en la sociedad de devotos y beatas, donde se la consideraba como un faro luminoso que había de reportar ventajas a la religión.
El barrio de San Sulpicio, con sus calles tranquilas y silenciosas a la española y sus beatas de velo negro que pasan rozando los muros del Seminario, atraídas por el toque de las campanas, fue para el seminarista español lo que el camino de Damasco para el apóstol. El catolicismo francés, culto, razonador y respetuoso con los progresos humanos, aturdió a Gabriel.
Canteros, albañiles, zapateros y armeros carlistas, beatas pobres, criadas tocadas de misticismo más o menos auténtico, chalequeras y ribeteadoras, este fue su pueblo de penitentes bien pronto. «Por eso él se quejaba, muy afligido, de las malas costumbres y de los muchos nacimientos ilegítimos que debía de haber, según su cuenta. ¡Si tratara con señoritas!».
Era, en fin, una hipocritona de las que saben que a los hombres no les gustan las mujeres beatas, pero tampoco descreídas, sino, así un término medio, que los hombres mismos no saben cómo ha de ser.
Viven pegados a las enaguas de las beatas, como los gatos... Mira: yo, cuando salgo de decir misa, como ahora, y llego a casa, nunca dejo de soltarles media docena de... Pero tú, si estás agraviado, puedes llegar sin inconveniente a la docena. Una carcajada brutal, semejante a un rugido, sacudió su pecho vigoroso al pronunciar estas palabras. Sus ojos brillaron con franca, cordial alegría.
Palabra del Dia
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