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Actualizado: 5 de junio de 2025


Sacóme de mi distracción el ruido acompasado de muchos remos; miré y vi que era una barca que entraba en la caleta llena de hombres que llevaban plumas y corazas relucientes, y bandas sobre las corazas los unos, y los otros largas lanzas en las manos. Eran gente de guerra que había venido en el barco del rey. Yo era la persona primera que vieron.

Fueron en esta barca el Coronel Mas y Mos de Indón, diciendo que iban á traer á D. Alvaro, pero no volvieron más al fuerte. A medio día se tornaron á juntar los Capitanes y hicieron Gobernador del fuerte al Capitán Rodrigo Zapata, que se había levantado de la cama.

Seguro estoy de que mi madre aprobará lo que hago. Y en efecto, echó la tortuga de nuevo en la mar. Poco después aconteció que Urashima se quedó dormido en su barca. Era tiempo muy caluroso de verano, cuando casi nadie se resiste al medio día a echar una siesta.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Iban a quedarse allí para siempre? y embotado su pensamiento por la fatiga y el vértigo de la desorientación, creían que la noche no iba a terminar nunca, que se apagaría la antorcha y la barca se convertiría en negro ataúd, sobre el cual flotarían eternamente sus cadáveres. Rafael, que iba de espaldas a la proa, vio una luz a su izquierda.

Allá, a las cinco de la tarde, cuando el sol se pone, ofrecen admirable perspectiva esas tres leguas de agua, sin una barca, sin una vela que limite y variedad a su extensión.

Rafael reconoció entre ellas la barca que en otro tiempo le servía para sus solitarias excursiones por el río, y que, olvidada por su dueño, iba soltando la blanca capa de pintura.

Rafael mostrábase entusiasmado por la noticia. ¡Había hablado de él! ¡No olvidaba aquel encuentro de penoso recuerdo!... ¿Qué hacía aún allí, inmóvil, en el puente, cuando allá abajo estarían necesitando la presencia de un hombre? Oye, Cupido; ahí tengo mi barca; ya sabes; la que mi padre encargó a Valencia para regalármela. Costillaje de acero; madera magnífica; más segura que un navío.

La colección más completa de Autos sacramentales de D. Pedro Calderón de la Barca, que publicó en Madrid Apontes en el año de 1760, sólo contiene 72 títulos. De las 200 loas, de que habla Vera Tassis, sólo se ha conservado hasta nosotros un número muy insignificante.

Lo que se podrá hacer es que yo os daré por esta ventana muchísimos dineros de oro: rescataos vos con ellos y vuestros amigos, y vaya uno en tierra de cristianos, y compre allá una barca y vuelva por los demás; y a me hallarán en el jardín de mi padre, que está a la puerta de Babazón, junto a la marina, donde tengo de estar todo este verano con mi padre y con mis criados.

Luego dieron cabo a nuestra barca y nos llevaron a desembarcar no lejos del lugar donde nos habían encontrado.

Palabra del Dia

rigoleto

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