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Actualizado: 5 de junio de 2025
Pescadores, sin más bienes que una barca y una cabaña en la playa; yo crecí allí libre, al sol y al aire, delante del mar, tan ancho, tan azul, tan hermoso, guardada por las espaldas por las verdes montañas de mi hermosa Galicia. ¿No es verdad, señor, que nadie al verme, al escucharme, puede creer que yo he sido una pobre muchacha que se llamaba Aniquilla, que corría descalza por las rocas buscando mariscos cuando era niña, y que más tarde?... ¡oh, Dios mío!
Este Caromostafá y Luchalí vinieron aquella noche en una barca á reconocer nuestras galeras, y dieron nueva al Bajá cómo las dejaban surtas.
Le abandonaban como si fuese un trapo caído de la barca. ¡Dios mío! ¿Así se olvida a un hombre?... Pero no; tal vez le buscaban en aquel momento. Un barco corre mucho; por pronto que hubiesen subido a cubierta y arriado vela, ya estarían a más de una milla. Y acariciando esta ilusión, se hundía dulcemente como si tirasen de sus pesados zapatos.
Como no vimos la bala, comenzamos á reir satisfechos y hasta orgullosos de que nos avisasen tan ruidosamente. Otro cañonazo, pero esta vez con malicia. Nos pareció que un gran pájaro pasaba silbando sobre la barca, y la antena se vino abajo con el cordaje roto y la vela desgarrada. Nos habían desarbolado, y al caer el aparejo le rompió una pierna á uno de la tripulación.
Encajonado el brazo del río entre la ciudad vieja y la nueva, las aguas altas y veloces arrastraban el bote como una rama. El barbero sólo había de mover los remos para desviar la barca de la orilla.
Debajo de su cúpula gelatinosa se agitaba la madeja de filamentos que les sirve para la locomoción, la nutrición y el amor. No había mas que tirar de los sedales y una nueva presa caía en la barca. Los cestos se iban llenando.
De vez en cuando chocaba la barca con algún árbol invisible; conmovíase el bote, como si fuese a estallar, y había que retroceder, dar un rodeo, buscando otro paso. Deslizábanse lentamente por temor a los choques; iban de un lado a otro, evitando los obstáculos, y acabaron por desorientarse, no sabiendo ya a qué lado estaba el río. Por todas partes obscuridad y agua.
Según aquel hombre, los niños se habían concertado para pasar juntos una noche en la barca. ¿Quién lo diría? Ana confesó al cabo que habían dormido juntos, pero que había sido sin querer. Su propósito había sido hacerse dueños de la barca una noche, aunque los riñeran en casa, pasar de orilla a orilla ellos solos, tirando por la cuerda, y después volverse él a Colondres y ella a Loreto.
Sí, señor, sí respondió la señorita Margarita, riendo siempre con la implacable tranquilidad de una mujer; ¡es un triunfo, un magnífico triunfo! ¡Sea enhorabuena! Cuando recobró un poco su seriedad, me interrogó sobre los medios de recobrar la zozobrada barca, que entre paréntesis, es la mejor de nuestra flotilla.
Una vez al año, el día de su fiesta, al cerrar la noche, gran parte del público del Casino abandonaba la ruleta y el «treinta y cuarenta» para presenciar cómo los marineros de Mónaco quemaban frente á la iglesia, al son de la música, una barca vieja, cerrando con esto á la santa patrona todo camino de retorno.
Palabra del Dia
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