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Actualizado: 4 de julio de 2025
Poco á poco se fué reduciendo el pelotón por ir deteniéndose cada cual á la puerta de su casa. Octavio no se fué á la suya hasta después de acompañarlos á todos. Ya sabemos el trabajo que le costaba despedirse de un concurso. Cuando llegó á ella, su madre le esperaba y la cena también. D. Baltasar se había ido á la cama.
Animadísimo lo encuentro yo. ¿Por qué dice usted eso?... Y los ojos de Baltasar buscaron los de Josefina, y una mirada se cruzó entre ambos. ¡Qué cosas tiene usted! Vaya, falta gente: usted no lo notará, pero sí falta. Yo, intervino Lola, me aburro con tanto dar y dar vueltas.... En cualquier sitio me divertiría más.
Lo del príncipe lo dejaremos al conde de Lemos y á don Baltasar de Zúñiga, y puesto que el rey es quien puede hacer reyes, vámonos derechos al rey.
Abriose la puerta de este, y entró Baltasar, ceñido el fino talle por un uniforme intachable; y después de saludar cortésmente a la madre y a las niñas, se sentó al lado de la mayor, arreglándose el pelo con la enguantada mano, y estirando levemente, con notable desembarazo, la tirilla.
Con este conocimiento fué Antonio Pérez á visitar al Embajador D. Baltasar de Zúñiga, quien no sólo aprobó los consejos del Conde, sino que informó al Peregrino de los despachos del Duque de Lerma, en los mismos términos concebidos .
D. Baltasar volvió sin resolución ni desengaño, y en la ausencia había pasado el suplicante de la estrechez á la miseria por más y más humildes habitaciones en la calle del Temple y faubourg Saint-Victor . En 1608 se mudó á la calle de la Cerisaie, cerca del Arsenal y de la iglesia de San Pablo; á ésta iba frecuentemente á demandar á Dios el consuelo que los hombres le negaban , y en el tiempo que los achaques y las oraciones no exigían, entretenía el espíritu ejercitando la pluma siempre activa.
Como no aprendí la pieza de memoria, y este papel no es el mío.... Voy a tocar otra cosa. Y echando atrás la cabeza y a Baltasar una mirada fugaz, arrancó del teclado los primeros compases de mimosa habanera.
El conde Baltasar Castiglione es más galante y dedica á la reina todas sus alabanzas. Según él, ni en su tiempo ni en siglos atrás hubo en el mundo rey ó príncipe que merezca ser comparado con doña Isabel la Católica.
Al fin, Baltasar fue el primero que rompió el silencio.... Habló del trabajo que le costaba venir, de lo necesario que era el recato, de que tendrían que verse menos.... Decía todo esto con acento duro, como si Amparo fuese culpable respecto de él en algo.
Por mí... murmuró Amparo. Ana se acercaba también, trayendo una servilleta anudada, que desató y tendió sobre el brocal del pozo. Reducíase la merienda a unos pastelillos de dulce y una botella de moscatel, regalo de Baltasar.
Palabra del Dia
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