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Actualizado: 9 de junio de 2025


Maltrana vio una aguda punta oxidada saliendo del muro, sobre la cabeza de Zaratustra. La miró de cerca: era una jeringa. Más allá brillaban dos azulejos de reflejos dorados y surgía un brazo femenil de color de bronce, que, sin duda, había sostenido una lámpara de gas en algún café.

Mientras el salón donde me habían recibido estaba amueblado, como ya he dicho, con lujo, de las cámaras que íbamos pasando no podía decirse lo mismo. Sólo contenían algunos trastos viejos; las paredes sucias; el pavimento de azulejos, roto y deteriorado. Isabel no quiso pasar sin explicarme tal contraste. Aquella casa había estado deshabitada largo tiempo, porque la familia vivía en Sanlúcar.

Para comprobación de cuanto dejamos dicho poseemos en Sevilla en primer lugar nuestro regio Alcázar, en cuyas techumbres, yeserías, zócalos de azulejos, portages etc. verá el lector estrechamente unidos los elementos sarracenos con los cristianos, siguiendo luego en importancia las Casas de «Pilato» y de Alba con las demás que antes enumeramos, en alguna de las cuales predominan los motivos platerescos sobre los mudéjares, como en la de los Pinelos, y en otras como las citadas, entran estos en segundo lugar.

Compró varias casas viejas, una de ellas la misma en cuyo portal trabajaba el remendón, las echó abajo, y comenzó a levantar un edificio que había de ser de blancas paredes, con rejas pintadas de verde, vestíbulo chapado de azulejos y cancela de hierro de menuda labor, al través de la cual se vería el patio con su fuente en medio y sus columnas de mármol, entre las cuales penderían jaulas doradas con parleros pájaros.

Su única nave sostiene un precioso artesonado; los muros son de un delicioso estuco, adornados con lindos azulejos en mosaico, y labrados con los mas primorosos arabescos del tercer período de la arquitectura árabe, completamente andaluza. Aquella sinagoga se asemeja por muchos de sus pormenores á un espléndido salon de la Alhambra ó del Alcázar de Sevilla.

Nada mas extraño que el contraste que hacen allí las construcciones del Renacimiento en el centro y al lado de tantas obras del estilo oriental, no obstante la supresion de los pintorescos azulejos que tanto caracterizan los muros y pavimentos de las construcciones moriscas.

Pronto leímos en los azulejos que era la Plaza Mayor, y pronto dedujimos de otras señales que era también la plaza del Ayuntamiento, la plaza de la Constitución, el foro salmantino. Declaro que, prima facie, nos agradó mucho la tal plaza; y, verdaderamente, su conjunto es magnífico. Aunque la Plaza Mayor parece cuadrada, no lo es, sino que forma un trapecio cuyos lados varían de 72 metros á 82.

Ferragut avanzó por una calle solitaria, entre dos filas de árboles de fresco trasplante, que empezaban á dar su primer estirón. Miraba las fachadas de las «torres», hechas de bloques de cemento imitando la piedra de las viejas fortalezas, ó con azulejos que representaban paisajes de ensueño, flores absurdas, ninfas azuladas. Al descender del tranvía había adoptado una resolución.

Con ello se inauguró la casa nueva, de la que estaba orgulloso el talabartero, mostrando el patio, las columnas y los azulejos, como si todo fuese obra de sus manos. Se casaron en San Gil, ante la Virgen de la Esperanza, llamada de la Macarena.

Si decoraron los zócalos de las citadas galerías bajas, hiciéronlo, seguramente, con azulejos de mosáico, primer procedimiento con que se manifestó esta parte tan bella, de la industria cerámica.

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