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El doctor y su hija ocupaban dos habitaciones en casa de una antigua bailarina que había conseguido grandes triunfos amorosos en las principales cortes de Europa, y era ahora un esqueleto apergaminado, andando casi a tientas por los pasillos, entablando con las criadas disputas de avara matizadas con juramentos de carretero, sin otros vestigios de su pasado que los trajes de crujiente seda y los brillantes, esmeraldas y perlas que iban reemplazándose en sus orejas acartonadas.

JARIFA. De la de entrambos el postrero día, Si no me consolara, Gallardo dueño mío, Señor del alma, que la tuya adora, Que la fortuna avara No es peña, monte o río, Sino mudable viento de hora en hora; La ausencia, que ya llora El corazón presente, Me acabara la vida, Que vive entretenida De que has de estar tan poco tiempo ausente Cuanto pueda llamarte Para poder secretamente hablarte.

Doña Frasquita era algo avara; pero antes de tolerar que su marido acabase de corromperse y perderse comprando medias a una sinvergüenza, consintió en que Cristeta saliese de Madrid acompañada de una doncella, costara lo que costara. Menos ruinosa resultaría la doncella que la pérdida de su marido. La escena que pasó entre los cónyuges fue trágica.

Para comprender la importancia que han tenido los manantiales y los arroyos en la vida de las sociedades, es preciso transportarse, aunque sólo sea con el pensamiento, á los países donde la tierra avara no deja brotar más que muy raras fuentes.

Temperamento activo, vigilante, tan avara o más que su yerno, no podía jamás estar un cuarto de hora sin tener algo entre manos. En los negocios interiores de la casa no tenía intervención muy señalada. Calderón se complacía en ordenarlo y manejarlo por mismo todo. Y esto significa una contradicción que debemos hacer resaltar para que se comprenda bien su carácter.

De Medellin saliò la dama bella, De conocida, casta y gente clara: Y aunque fué en hermosura linda estrella, Fortuna se mostró con ella avara. Procura el capitan luego con ella Casarse, mas la muerte la llevára Entonces, y no diera mala cuenta, Causándose á si misma tanta afrenta. Casóse en mal punto, y en hora mala, Dios sabe lo que siento en escribillo.

Intentó enternecer a la Mariposa hablándola de su futuro hijo, de aquel pequeñín, que sería como una extraordinaria prolongación de la existencia de la anciana. ¡Tendría un biznieto! Pocas mujeres lograban ver su descendencia hasta tal límite. ¿Y sería capaz de dejar en el abandono a la tierna criatura?... El instinto de la familia despertó en la avara.

Amiga de reír y burlar, embroma a los hombres y les suelta mil pullas afiladas y punzantes, pero jamás se encarniza. ¿Qué otra cosa he de añadir? Una cordobesa es avara y otra pródiga, pero todas son generosas y caritativas. No lo digo fantaseando: he conocido lugareña cordobesa que tenía y leía estos y otros libros por el estilo. Otras leen novelas modernas de las peores. Otras no leen nada.

La hormiga, avara y sin entrañas, la explota y la gobierna á pesar de su pequeñez, lo mismo que en el mundo de la criminalidad vertical, los hombrea del «cofre-fuerte», de la mano imantada que atrae á los céntimos y del paño duro que exprime, dominan á las grandes masas. Hasta en su muerte se ve explotada la cigarra por el triunfante parásito.